CINE: LA VIRGEN DE AGOSTO de Jonás Trueba

España 2019
Itsaso Arana. Vito Sanz. Isabelle Stoffel. Joe Manjón. Mikele Urroz. Luis Alberto Heras

Ya ha entrado la lluvia de septiembre.
La gota fría está haciendo estragos en el Mediterraneo y ha comenzado a dar patadas en Madrid.
Una forma contundente de entrar en el nuevo curso y alejar el verano convirtiéndolo en recuerdo posiblemente demasiado pronto.
Ver en estas fechas La virgen de agosto, tiene un agradable deje de dulce nostalgia.
No sólo por su referencia a ese mes pasado. Sino también porque es, en cuerpo y alma, una película veraniega.
Eva, la protagonista, ha decidido pasar en Madrid, sola y sin planes, el periodo vacacional.
A pesar de que es la ciudad en la que, al parecer vive, lo hace en una casa extraña. No tenemos, la verdad, demasiada información sobre su situación, más allá de lo poco que va contando y escribiendo.
A partir de ahí, durante trece días, ante nuestros ojos se desarrollan dos líneas:
Por un lado, el personaje. Una mujer de treinta años, buscándose o buscando. Algo pedante. Con cierta arrogancia y una seguridad posiblemente innecesaria y algo inmerecida.
Por otro, el verano como territorio abierto, de libertad, de relaciones más ligeras pero a lo mejor también más ciertas, de levedad, que el director consigue transmitir tanto en las escenas de movimiento como en los cuadros de descanso.
En este sentido, Madrid se convierte en una especie de espacio mágico, de verbenas y paseos, de encuentros informales e imprevistos. Un lugar que podría servir a la perfección como escenario del sueño estival de Shakespeare y por el que Eva transita, en esos quince días, entre sorprendida e ilusionada.
Todavía no he citado a Rohmer.
Es algo que encuentro, de una forma u otra, en casi todos los comentarios de esta hermosa cinta.
Es cierto, que puede ser un referente.
Trueba se decide por intentar captar la verdad, la vida. Lo consigue. En gran parte por su conjunto de actores, liderados por una Itsaso Arana tan perfecta como única, es imposible imaginar aquí a alguien más. Pero también, seguro, por su mirada, no exenta de ambición ( la película dura dos horas y está lejos, en riesgo, de poder ser considerada una obra menor ) pero si serena, coherente y consciente.
Hay muchos momentos aquí en que me traspasa una sonrisa y me emociona una mirada. Conseguido pues. Narrar la vida como una apasionante aventura.
Pero hay algo más. Algo que creo recordar ya en Los exiliados románticos, del mismo director.
La virgen de agosto está recorrida de principio a fin por un aliento mágico, que acompaña la celebración y asoma más nítido en algunos momentos.
Es tal su delicadeza que, cuando nos damos cuenta, nada nos sorprende, ni siquiera el milagro.
Estamos dentro.
La virgen de agosto es preciosa, tranquila, lúcida.Diferente y reconcible. Única.
Un golpe de frescura elaborada para ayudarnos a entrar en el frío.
Y la obra de un autor maduro que es capaz de captar la verdad y compartirla. De un autor con mucho cine a sus espaldas y, esperemos, mucho cine por delante.
Me siento muy cómodo dentro, la siento con fluidez. Me encanta. Comparto.


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