CINE: UTOYA. 22 DE JULIO de Erik Pope

Noruega 2019
Andrea Berntzen. Elli Rhiannon Osborne. Jenny Svenneveg. Aleksander Holmen. Ingeborg Enes. Sorosh Sadat

El 22 de julio de 2011 tuvieron lugar dos atentados casi simultáneos en Noruega.
Por un lado, un camión bomba estalló en los edificios del gobierno.
Poco después, en la isla de Utoya, en un campamento de verano que disfrutaban más de 500 jóvenes de las juventudes socialistas, un francotirador acabo con 70 muchachos.
La experiencia fue sin duda aterradora.
Los jóvenes tuvieron que huir de forma caótica dentro de la pequeña isla sin tener ninguna referencia. No sabían nada sobre lo que estaba ocurriendo. Ignoraban si era uno o varios tiradores. Incluso en algún momento llegaron a pensar que se trataba de un simulacro. Desconocían si iban a recibir ayuda o cuanto iba a tardar en llegar. Y por supuesto, no tenían la menor idea sobre las razones de aquella tragedia.
Utoya 22 de julio no es tanto una película de terror como sobre el terror.
La opción de Erik Pope, arriesgada y coherente hasta el final, podría equiparar la propuesta a la de cualquier película de terror juvenil, de caza humana.
Sin embargo, su coherencia le lleva a detenerse en el límite.
Hasta el final, el director decide elegir a un personaje, Kaja, una joven como otra cualquiera, y pasar esos setenta minutos a su lado, bajando con ella hasta los límites máximos del horror que alguien puede soportar.
Nos muestra su miedo, su desconcierto, su desesperación, su instinto de supervivencia.
Comprendemos que es el de todos los que compartieron esa traumática experiencia.
Y, aquí está el límite, no cae en la tentación de mostrarnos al antagonista, porque tampoco ellos llegaron a conocerlo más que como una sombra.
Desde el punto de vista cinematográfico, Utoya 22 de julio es todo un alarde: todo ocurre en un solo plano secuencia, lo que , más que una decisión de estilo, otorga mucho más realismo a que se nos cuenta.
Nos sentimos dentro. Es una inmersión en ese entorno envolvente e imposible. Entendemos como pocas veces los sentimientos de los protagonistas. 
También es verdad que la elección es limitativa en cuanto al resultado.
También a nosotros, como a ellos, nos gustaría saber más sobre lo que está ocurriendo a su alrededor.
De todos modos, el producto es impecable en fondo y forma.
Al final, las informaciones que cierran la cinta, trasladan la dimensión de la tragedia, al tiempo que la sitúan en su dimensión política.
Sin duda Utoya es un cine necesario.
Lamentablemente necesario.

Público   
 

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