TEATRO: EL DESGUACE DE LAS MUSAS de Eusebio Calonge

Director.-
Paco de La zaranda
Intérpretes.-
Gabino Diego. Inma Barrionuevo. María Ángeles Pérez Muñoz. Gaspar Campuzano. Francisco Sánchez. Enrique Bustos
Compañía La zaranda

No falta La Zaranda a lo que se ha convertido desde hace varias temporadas a su cita anual en Madrid.
Regresa su teatro artesano, comprometido con las zonas más oscuras de la existencia, con poner en colores estridentes lo más gris de nuestro mundo, sea esto la explotación laboral, la deformación de los valores de la familia o la existencia de los sin techo. Regresa el esperpento.
En este caso, la propuesta tiene mucho de homenaje.
El escenario se convierte en un apolillado cabaret sin público, en el que un grupo de pseudoartistas que hace ya mucho han superado la decadencia, intentan preparar su espectáculo para, una noche más, asumir el fracaso del vacío en el patio de butacas.
Hay un humorista, dos tiples, dos travestis cupleteras y, por supuesto, un empresario.
Hay pasados que se intentan maquillar y un presente que no hay quien maquille.
Hay pobreza pero sobre todo hay miseria.
Hay necesidad de sobrevivir aunque no se sepa muy bien porqué ni para que.
Posiblemente sea este, en varios aspectos, su espectáculo más radical:
Por un lado, creo que nunca ha habido tantas carcajadas, aunque es esta una compañía que maneja habitualmente el humor. En este caso se roza la farsa. El contrapeso es por ello más brutal. Y es que las sonrisas que producen siempre produce un reflejo cruel en la realidad, que en este caso se vuelve trágico.
Si bien ha habido propuestas duras, como la excelente La extinta poética, creo que El desguace de las musas alcanza unos niveles de sordidez y de crudeza que no habían exhibido anteriormente. Esto hace difícil en ocasiones, contemplar lo que nos muestran.
Por otro lado, esta vez, además, se renuncia a la narrativa tradicional, avanzando más en una abstracción metateatral y más simbólica que otras veces.
La duración, de apenas ochenta minutos, es el límite justo para no sentir rechazo.
Si se hubiese alargado, me hubiese resultado difícil.
Una vez más, el conjunto actoral es excelente y son ellos quienes consiguen la magia, esta vez acompañados por un externo popular, Gabino Diego, que mimetiza a la perfección con el resto de la compañía.
Son ellos quienes con muy pocos elementos consiguen crear la magia e incluso extraer belleza de la basura. Imágenes casi religiosas, un retablo de perdedores, santos mártires.
La Zaranda es una compañía comprometida con la creación, en su máxima expresión de teatro y poesía, pero también con la realidad. Aquí regalan un homenaje al pasado del mundo del espectáculo, a esos seres a los que la actualidad ha dejado convertidos en frikis pero que en su día fueron capaces de generar aplausos y contagiar ilusión, a sus sueños destrozados y a su desesperanza.
Sin duda es una casta que merece un reconocimiento por todos aquellos que amamos el teatro.
Espero que Eusebio Calonge y su gente sigan, año a año, acudiendo a demostrarnos lo buenos que son, hundiéndose en las raíces de nuestros clásicos para recordarnos el presente.
Grandes.

Público

     

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