CINE: LETO de Kirill Serebrennikov

Rusia 2018
Teo Yoo. Irina Starshenbaum. Roman Bilyk. Anton Adasinsky. Liya Akhedzhakova. Yuliya Aug. Filipp Avdeev. Aleksandr Bashirov. Nikita Efremov

Principios de los ochenta.
Mis primeros años de Madrid desde una ciudad de provincias.
Años donde había un espíritu nuevo, de liberación, y que aquellos que veníamos de entornos más cerrados, nos atravesaba más.
La cultura, en general, ejercía de catalizador.
Pero era la música la que aglutinaba mayor impacto, la que llegaba a todos, la que generaba mayores emociones y más epidérmicas.
Recuerdo las letras como insolentemente superficiales en su mayoría.
Posiblemente, una forma de reivindicar una vida sin límite, de reivindicar la intrascendencia.
Cuento todo esto porque Leto se sitúa también en esos años, también alrededor de la música y también con unos creadores que escribían sin filtro sobre sus preocupaciones e intereses más superficiales.
Por supuesto, el entorno social y político es otro, y esto es algo a lo que volveré al final.
Pero empecemos con Leto.
El director nos cuenta la historia de dos músicos de rock en un país que los censuraba y sólo les ofrecía espacios controlados.
Uno de ellos consagrado. El otro primerizo. Ambos alrededor de una bella mujer.
La propuesta es musical, no sólo por su propia naturaleza, ya que por supuesto suenan las canciones de ambos, sino también con números que aterrizan en la narración, al modo de la sistemática habitual en el género. En estos últimos, el director sustituye los recursos de otras propuestas más tradicionales, con una preciosa caligrafía animada.
La plasticidad, la agilidad y la estética son los valores principales de la cinta.
Rodada en un blanco y negro crudo, rico y potente, la cámara se comporta como un pincel en total libertad, que utiliza los recursos que considera necesarios para introducirnos en el ambiente de creatividad de ese momento social.
Siento que la película tiene mucho de homenaje personal. No conozco nada del director pero me cuesta creer que no sea uno de aquellos que vibraron con esa música, que la escucharon como una puerta hacia la libertad y que adoraban a los ídolos cuyas referencias llegaban desde el extranjero.
Creo que hay en Leto mucho amor y nostalgia.
Tal vez sea esa la razón por la que se haya decidido por cubrir la oscuridad.
A eso me refería al inicio: había represión y censura, había ansias de lucha contra la dictadura comunista buscando aire, había dolor, seguro. Y sin embargo, la película sólo traslada viñetas atenuadas con esa temática.
Por otro lado, al final nos informan de que uno de los dos protagonistas falleció con 28 años y el otro con poco más de 30. No sabemos porqué. Y hasta entonces, los hemos conocido como personajes sanos, jóvenes, con un futuro que buscan con uñas y dientes y que parece abrirse ante ellos.
Al leer esa información siento que me falta algo.
Leto es un producto muy valioso desde el punto de vista creativo. Ágil, fresca, vital.
Creo que como crónica, nos esconde.
Al final, un creador siempre tiene, por supuesto, derecho a decidir lo que quiere contar.
El mismo que su público a echar de menos una mayor profundidad, aun agradeciéndole mucho las dos horas de placer que nos ha proporcionado.

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