NOVELA: LA ÚNICA HISTORIA de Julián Barnes

Anagrama
240 páginas
También disponible en ebook

Si el inicio de una novela es lo que marca su tono, el primer párrafo de La Única Historia es definitivo.
El autor, con el tono evocador y algo evanescente de la memoria, nos habla del amor. En concreto, de ese amor que puede marcar una vida, de esas historias que se convierten en un bagaje de por vida.
Las palabras están teñidas de nostalgia. Por ese amor, sin duda. También por el pasado, por la juventud, por aquello que ha quedado atrás.
También tienen el color de la tristeza.
Todo esto en un sólo párrafo, en una introducción, en una declaración de intenciones.
El autor, más presente que nunca, nos va a abrir, su corazón, su vida. Lo hace en ocasiones en primera persona, otras en segunda y otras en tercera. Pero siempre es él. Sólo desde su profundidad, desde su íntima exploración, se puede llegar a ese grado de sinceridad y emoción.
En un barrio de clase media de los suburbios de Londres, un joven de diecinueve años comienza una relación con una mujer casada de cuarenta y ocho.
Lo importante, lo que sostiene el desarrollo posterior, es su novedad frente a lo que habría sido esperable.
Lo habitual habría sido o bien una travesura o un drama breve, de crueldad o desengaño. También existiría la opción erótica.
Sin embargo, esta historia va por otro camino: la relación entre el joven y la mujer madura se solidifica, avanza, se extiende, y se convierte en la única historia, la única en cualquier caso importante para cada uno de sus protagonistas. Una capaz de englobar el resto y convertirlas sólo en apéndices, sólo en adornos de la troncal. De aquella que justifica toda una vida. Dos vidas.
Julian Barnes es un muy buen escritor, un escritor elegante.
En este caso, se propone un compromiso narrativo que no es fácil.
Y es que La Última Historia esta narrada desde el recuerdo, compuesta de retazos, de sensaciones, de ausencias. Es una obra esponjosa, densa, y triste, muy muy triste.
No es fácil siempre ensamblar algunas de sus muchas piezas. No siempre se siente uno cómodo.
Sin embargo, en la rememoración, es sin duda un obra importante, conseguida, generosa.
Veo a Henry James, y a muchos otros , una pluma clásica. Literatura.
Veo un compromiso, ya lo he dicho, con el lector, con lo que de verdad haya en lo narrado, con el arte de contar.
Ahora somos nosotros quienes debemos estar a la altura si queremos poder apreciarlo en su totalidad.
Ser depositarios de la sabiduría de quien se atreve a dedicar tiempo a profundizar en su interior. Dejar que nos acaricie el amor y el miedo. Conocer a una colección de personajes dibujados desde la observación y la sensación. Disfrutar del paisaje social y moral de una época de búsqueda y de ruptura.
De nosotros depende. 

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