CINE: LA QUIETUD de Pablo Trapero

Argentina 2018
Bernice Bejo. Martina Gusman. Graciela Borges, Edgard Ramirez. Joaquín Furriel

Carancho, Leonela. Elefante Blanco.... las películas que hasta ahora conocía de Trapero, en general magníficas, se movían en escenarios marginales y alrededor de personajes a los que trataba con rigor y ternura.
Creo que esta es la primera vez que retrata la alta sociedad, aquella que se mantuvo y sostuvo la dictadura militar, y que incluso la sobrevivió.
La Quietud, el título, hace referencia al nombre de la hacienda de esta familia, pero creo que también a la quietud con la que afrontaron el cambio de ciclo, pretendiendo que nada cambiase.
La característica principal en este caso, es que desaparece la ternura.
La Quietud tiene mucho de acusación, de testimonio, de retrato cruel, tal vez excesivo. Para Trapero, entiendo, es una clase social enfermiza, construida alrededor de la hipocresía, de la mentira y la avaricia, donde es difícil determinar lo que es cierto y donde, debajo de la apariencia, se oculta instintos casi animales ( en este sentido son referenciales algunas escenas de sexo por su carnalidad ).
Pero vayamos al principio.
La base narrativa es el melodrama familiar, por mucho que se mezcle con la crítica de los crímenes políticos.
Hay dos hermanas que se reúnen de nuevo ante la enfermedad del padre, poniendo de manifiesto un entramado de amores y celos bastante previsible. La que se quedó y la que se fue. Hay una madre cruel y descaradamente parcial en sus afectos. Hay una estética y una música que remiten al género, incluso con cierto barroquismo en la concepción de algunas escenas y la observación de los escenarios del interior de la finca.
Pero toda la cinta se cruza por la relación entre estas dos mujeres. De hecho, al poco de comenzar nos ofrece un encuentro que a mi me resulta totalmente turbador, tanto en si mismo como por el hecho de que se disfrace de vitalidad y alegría.
Hay infidelidades cruzadas ( para mi lo más endeble y lo menos creíble de la cinta ), hay atisbos de lugares donde pudo estar la locura, hay malos amores, cubiertos de celos pero entregados de forma total.
Podrá verse esa relación tan ambigua, como un signo de la libertad de los tiempos y abrazarla como tal. A mi me parece una terrible muestra de decadencia, rozando la sordidez.
No sé si consigo explicarme bien.
Porque lo cierto es que hay en La Quietud mucho que me gusta pero también que me incomoda. Me parece irregular o me parece valiente o me parece las dos cosas.
Sin duda la cinta descansa en las tres interpretaciones principales.
Bejó es un rostro encantador y una buena actriz internacional.
Creo haber leído que Gusman es la pareja del director. En cualquier caso, ya en Leonera y Carancho nos había demostrado que es magnífica.
Pero mi admiración total va para Graciela Borges, para su madre cruel, para su hidra, para su reina del melodrama. Es única y me pongo a pensar en que otro lugar he tenido la suerte de verla.
Que incómoda me resulta La Quietud.
Me deja más dudas que certezas.
Pero me confirma la solidez de Pablo Trapero, nunca complaciente antes, pero tampoco nunca tan duro.

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