Alba Editorial
600 páginas
También disponible en ebook.
Me gusta leer a los clásicos.
No sólo leer hacia adelante, devorando lo que puedo de la cantidad ingente de títulos que aparecen casi a diario en las librerías.
También leer hacia atrás, hacia la infinidad de obras que esperan descansando a que seamos lo suficientemente inteligentes o tengamos el buen gusto o la curiosidad suficientes para descubrirlos.
De vez en cuando, y entiendo entonces porque son clásicos, porque han sobrevivido siglos. Siempre hay razones.
Por otro lado, me fascina la historia de las Hermanas Bronte. Sé de su vida datos superficiales y lo que mostraba la película de Techine. Me parece alucinante que tres mujeres con la vida que tenían las mujeres en la Inglaterra de esa época, fuesen capaces de escribir obras tan brutalmente contrarias a la moral al uso, tan atrevidas, como Jane Eyre o Cumbres Borrascosas. Desde ambas se cuestiona una sociedad en la que, de alguna manera, estaban enterradas.
Anne Bronte es, de las tres, la autora menos conocida.
Sin embargo, son, al parecer, dos las novelas que llegó a publicar, Agnes Grey ( la más conocida ) y esta que nos ocupa.
A la espera de leer la otra, creo que posiblemente el impacto de personajes como Heatcliff o Jane sean más eficaces y más icónicos que el de Helen Graham, Sin embargo, por lo que respecta a la modernidad de la escritura y a su frontalidad mostrando las lacras de la sociedad victoriana , no está en ningún caso por debajo de las obras de sus hermanas.
Por lo que se refiere a la modernidad, Anne Bronte nos ofrece una obra que rompe la linealidad narrativa habitual de la época, no sólo recurriendo a flashbacks sino centrando una parte fundamental de la novela en el pasado. No sólo eso sino que en los últimos capítulos, se atreve a aventurar futuros de algunos de los personajes secundarios ( sólo recuerdo un recurso similar en algo tan lejano como el guion de la película Y tu mamá también de Alfonso Cuarón ).
Pero sin duda, lo más importante es el contenido:
El núcleo de la novela es algo tan actual como la violencia de género, como un matrimonio contraído por amor puede terminar en una pesadilla. Y lo más rompedor: como un muchacho vividor de buena familia, un diletante de los que eran aceptados y posiblemente celebrados debido a su origen social, puede llegar a convertirse en un ser cruel, amoral, trágico. No recuerdo tampoco obras de esa época tan certeras en la descripción del alcoholismo.
La novela cuenta con tres partes perfectamente diferenciadas:
La primera, con la extraña inquilina que aterriza en la pequeña comunidad rural, es una crónica perfecta y delicada, retrato del entorno con toques de misterio casi gótico.
La última, la tercera, es la más convencional, centrada en cerrar la epopeya romántica con las pequeñas vacilaciones que siempre existen en estos modelos.
Pero es la parte central, la brutal descripción de los años de matrimonio, lo más acertado, sorprendente, físico.... es impresionante como la autora consigue desplegar poco a poco el tapiz del drama hasta lo insostenible. Algunas de las escenas entre la pareja y el hijo me recuerdan a La mujer de verde, novela escrita muchos siglos después en Islandia por el conocido autor de novela negra, Arnaldur Indridason. No me extrañaría que la influencia de La inquilina de Wildfell Hall esté más allá de la popularidad de la obra.
Clásicos.
Páginas que nos llegan desde lejos para recordarnos que los seres humanos son capaces de grandes cosas que perduran en el tiempo, o que al final tampoco hemos avanzado tanto...
En cualquier caso, regalos esperando que queramos recogerlos. Tantos.....
Público
600 páginas
También disponible en ebook.
Me gusta leer a los clásicos.
No sólo leer hacia adelante, devorando lo que puedo de la cantidad ingente de títulos que aparecen casi a diario en las librerías.
También leer hacia atrás, hacia la infinidad de obras que esperan descansando a que seamos lo suficientemente inteligentes o tengamos el buen gusto o la curiosidad suficientes para descubrirlos.
De vez en cuando, y entiendo entonces porque son clásicos, porque han sobrevivido siglos. Siempre hay razones.
Por otro lado, me fascina la historia de las Hermanas Bronte. Sé de su vida datos superficiales y lo que mostraba la película de Techine. Me parece alucinante que tres mujeres con la vida que tenían las mujeres en la Inglaterra de esa época, fuesen capaces de escribir obras tan brutalmente contrarias a la moral al uso, tan atrevidas, como Jane Eyre o Cumbres Borrascosas. Desde ambas se cuestiona una sociedad en la que, de alguna manera, estaban enterradas.
Anne Bronte es, de las tres, la autora menos conocida.
Sin embargo, son, al parecer, dos las novelas que llegó a publicar, Agnes Grey ( la más conocida ) y esta que nos ocupa.
A la espera de leer la otra, creo que posiblemente el impacto de personajes como Heatcliff o Jane sean más eficaces y más icónicos que el de Helen Graham, Sin embargo, por lo que respecta a la modernidad de la escritura y a su frontalidad mostrando las lacras de la sociedad victoriana , no está en ningún caso por debajo de las obras de sus hermanas.
Por lo que se refiere a la modernidad, Anne Bronte nos ofrece una obra que rompe la linealidad narrativa habitual de la época, no sólo recurriendo a flashbacks sino centrando una parte fundamental de la novela en el pasado. No sólo eso sino que en los últimos capítulos, se atreve a aventurar futuros de algunos de los personajes secundarios ( sólo recuerdo un recurso similar en algo tan lejano como el guion de la película Y tu mamá también de Alfonso Cuarón ).
Pero sin duda, lo más importante es el contenido:
El núcleo de la novela es algo tan actual como la violencia de género, como un matrimonio contraído por amor puede terminar en una pesadilla. Y lo más rompedor: como un muchacho vividor de buena familia, un diletante de los que eran aceptados y posiblemente celebrados debido a su origen social, puede llegar a convertirse en un ser cruel, amoral, trágico. No recuerdo tampoco obras de esa época tan certeras en la descripción del alcoholismo.
La novela cuenta con tres partes perfectamente diferenciadas:
La primera, con la extraña inquilina que aterriza en la pequeña comunidad rural, es una crónica perfecta y delicada, retrato del entorno con toques de misterio casi gótico.
La última, la tercera, es la más convencional, centrada en cerrar la epopeya romántica con las pequeñas vacilaciones que siempre existen en estos modelos.
Pero es la parte central, la brutal descripción de los años de matrimonio, lo más acertado, sorprendente, físico.... es impresionante como la autora consigue desplegar poco a poco el tapiz del drama hasta lo insostenible. Algunas de las escenas entre la pareja y el hijo me recuerdan a La mujer de verde, novela escrita muchos siglos después en Islandia por el conocido autor de novela negra, Arnaldur Indridason. No me extrañaría que la influencia de La inquilina de Wildfell Hall esté más allá de la popularidad de la obra.
Clásicos.
Páginas que nos llegan desde lejos para recordarnos que los seres humanos son capaces de grandes cosas que perduran en el tiempo, o que al final tampoco hemos avanzado tanto...
En cualquier caso, regalos esperando que queramos recogerlos. Tantos.....
Público
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