Japón 2018
Lily Franky. Sakura Ando. Mayu Matsuoka. Kirin Kiki. Kairi Jyo. Miyu Sasaki
Palma de Oro Festival de Cannes 2018
Kore- Eda es para mi uno de los directores de cine en activo más interesantes.
Lo conocí con Nadie Sabe, me enamoré de su delicadeza en Still Walking, donde se colocó como heredero de Ozu, pero con el tiempo, nos demostró que tenía personalidad propia y así llegaron obras tan elaboradas como De tal padre, tal hijo, Después de la Tormenta o El Tercer Asesinato, y la, hasta esta, mi favorita, Nuestra Hermana Pequeña.
Puede decirse que de una forma u otra, sus películas giran siempre alrededor de la familia, pero sería una afirmación simplista. Kore- Eda no se conforma con la denominación ni el concepto tradicional. Para él, la familia son relaciones, vengan o no avaladas por lazos de sangre. Lo importante es el amor, el cariño, asumiendo este como un sentimiento complejo que tiene que convivir con el espíritu del ser humano, con las esquinas que todos tenemos.
Pues bien, esa teoría, es más patente que nunca en Un asunto de familia ( terrible título español, más propio de un telefilm policiaco ). La propuesta es tan radical que podría llegar a considerarse que no sólo abre el concepto de familia frente a la unidad tradicional sino que la cuestiona.
La narración se inicia con un padre y un hijo a los que vemos compartir hurtos en un supermercado. Cuando llegan a su hogar, conocemos al resto y, sobre todo, su entorno, muy alejado de los escenarios sofisticados de algunas de sus otras cintas. En el camino han encontrado a una solitaria niña de cinco años a la que de alguna manera, deciden adoptar.
Y a partir de ahí, quedan dos horas maravillosas donde enamorarnos de esta colección de personajes.
Porque Kore- Eda no sólo dirige bien, sino que escribe fantásticamente. Su narración es casi una aventura íntima llena de pequeñas hazañas, de detalles, y sobre todo, de unos protagonistas dibujados con todos los matices de cualquier ser humano y dotados de alma.
La complejidad de las relaciones que nos presenta en este caso, perfectamente equilibradas en su extrañeza aparente, sólo podían conseguir esta plasmación perfecta con la mano de un perfecto escritor.
Pero además en este caso, el misterio está más elaborado, y la gradación de la información, perfecta, nos va conduciendo por el camino de la sorpresa y el descubrimiento como no ha ocurrido previamente en ninguna otra película suya.
Si en Nuestra Hermana Pequeña, que antes citaba, la fuente literaria era claramente Chejov, Dickens parece ser el autor en el que se mira para profundizar en Un asunto de familia. Está su ternura, su picardía, su humor, y su mirada hacia la infancia. Pocos directores han conseguido captar la amplitud de la mirada de un niño como el japonés, y en esta película en concreto, en especial en los tramos finales, esa capacidad crea momentos donde los ojos se convierten corazón.
Es ahí donde, tras engancharnos de preciosos momentos juntos, los personajes deben afrontar su soledad, y los vemos en su fragilidad, arañando nuestro corazón como si no lo hubiesen hecho ya suyo.
Es un viaje emocional, lleno de paradas y estaciones.
Hay obras que destacan por su forma, por su estilo, por su riesgo. Otras como esta, y en general el cine de este autor, por su contenido, por ser capaces de captar la verdad y hacerlo con la inteligencia y la sensibilidad necesaria para emocionarnos, invitándonos a mirar personajes y situaciones que generalmente no son nuestro objetivo.
Desde esa emoción, Kore- Eda también nos lleva a pensar.
Personalmente me encanta que siempre lo haga desde un profundo humanismo y destilando toneladas de ternura.
Creo que Un asunto de familia es su película más completa y más compleja, pero sobre todo, es otro logro en una carrera que ya empieza a ser grande.
Público
Lily Franky. Sakura Ando. Mayu Matsuoka. Kirin Kiki. Kairi Jyo. Miyu Sasaki
Palma de Oro Festival de Cannes 2018
Kore- Eda es para mi uno de los directores de cine en activo más interesantes.
Lo conocí con Nadie Sabe, me enamoré de su delicadeza en Still Walking, donde se colocó como heredero de Ozu, pero con el tiempo, nos demostró que tenía personalidad propia y así llegaron obras tan elaboradas como De tal padre, tal hijo, Después de la Tormenta o El Tercer Asesinato, y la, hasta esta, mi favorita, Nuestra Hermana Pequeña.
Puede decirse que de una forma u otra, sus películas giran siempre alrededor de la familia, pero sería una afirmación simplista. Kore- Eda no se conforma con la denominación ni el concepto tradicional. Para él, la familia son relaciones, vengan o no avaladas por lazos de sangre. Lo importante es el amor, el cariño, asumiendo este como un sentimiento complejo que tiene que convivir con el espíritu del ser humano, con las esquinas que todos tenemos.
Pues bien, esa teoría, es más patente que nunca en Un asunto de familia ( terrible título español, más propio de un telefilm policiaco ). La propuesta es tan radical que podría llegar a considerarse que no sólo abre el concepto de familia frente a la unidad tradicional sino que la cuestiona.
La narración se inicia con un padre y un hijo a los que vemos compartir hurtos en un supermercado. Cuando llegan a su hogar, conocemos al resto y, sobre todo, su entorno, muy alejado de los escenarios sofisticados de algunas de sus otras cintas. En el camino han encontrado a una solitaria niña de cinco años a la que de alguna manera, deciden adoptar.
Y a partir de ahí, quedan dos horas maravillosas donde enamorarnos de esta colección de personajes.
Porque Kore- Eda no sólo dirige bien, sino que escribe fantásticamente. Su narración es casi una aventura íntima llena de pequeñas hazañas, de detalles, y sobre todo, de unos protagonistas dibujados con todos los matices de cualquier ser humano y dotados de alma.
La complejidad de las relaciones que nos presenta en este caso, perfectamente equilibradas en su extrañeza aparente, sólo podían conseguir esta plasmación perfecta con la mano de un perfecto escritor.
Pero además en este caso, el misterio está más elaborado, y la gradación de la información, perfecta, nos va conduciendo por el camino de la sorpresa y el descubrimiento como no ha ocurrido previamente en ninguna otra película suya.
Si en Nuestra Hermana Pequeña, que antes citaba, la fuente literaria era claramente Chejov, Dickens parece ser el autor en el que se mira para profundizar en Un asunto de familia. Está su ternura, su picardía, su humor, y su mirada hacia la infancia. Pocos directores han conseguido captar la amplitud de la mirada de un niño como el japonés, y en esta película en concreto, en especial en los tramos finales, esa capacidad crea momentos donde los ojos se convierten corazón.
Es ahí donde, tras engancharnos de preciosos momentos juntos, los personajes deben afrontar su soledad, y los vemos en su fragilidad, arañando nuestro corazón como si no lo hubiesen hecho ya suyo.
Es un viaje emocional, lleno de paradas y estaciones.
Hay obras que destacan por su forma, por su estilo, por su riesgo. Otras como esta, y en general el cine de este autor, por su contenido, por ser capaces de captar la verdad y hacerlo con la inteligencia y la sensibilidad necesaria para emocionarnos, invitándonos a mirar personajes y situaciones que generalmente no son nuestro objetivo.
Desde esa emoción, Kore- Eda también nos lleva a pensar.
Personalmente me encanta que siempre lo haga desde un profundo humanismo y destilando toneladas de ternura.
Creo que Un asunto de familia es su película más completa y más compleja, pero sobre todo, es otro logro en una carrera que ya empieza a ser grande.
Público
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