CINE: LA NOCHE DE 12 AÑOS de Álvaro Brechner

2018 Uruguay/ España
Chino Darín. Antonio de la Torre. Alfonso Tort. Silvia Pérez Cruz. Soledad Villamil. Cesar Troncoso. Mirella Pascual. Nidia Telles.

En 1973 Uruguay estaba bajo poder de la dictadura militar. Los tupamaros eran un grupo terrorista de inspiración comunista. Alguien decidió entonces que matar era poco. Los tres presos cuya condena de doce años nos cuenta esta película sufrieron durante doce años torturas presididas por la incomunicación, el silencio, el traslado continuo y el confinamiento en espacios mínimos; además estaban los golpes, las capuchas, el frío y el hambre. Lo más difícil fue resistir a la locura. Lo consiguieron. Y uno de ellos, Pepe Mújica, llegó a ser en 2010 presidente del país.
No es fácil enfrentarse a este tema.
Hay, por supuesto, un rechazo universal a la tortura. También a la dictadura.
Con estos sentimientos de partida, no es difícil caer en el maniqueísmo, así como analizar sin tener información, simplemente tomando como referencia nuestro propio entorno y trasladándolo sin filtro.
Por otro lado, el director ( y guionista a la vez ) toma una decisión: universalizar la historia, quizás para centrar el impacto en lo verdaderamente importante, la condena a unos comportamientos inhumanos. Pero esta elección, por supuesto interesante, también priva al espectador de una visión más amplia.
Personalmente creo que es válida la propuesta. De hecho, las escenas más irregulares del film son para mi los flashbacks que salen del encierro para contarnos los pormenores de las detenciones. No aportan nada y alargan innecesariamente la cinta.
Creo que lo más potente es la primera parte. Sorprende ese inicio totalmente físico. Brutal. Casi mudo. Aquí cobra totalmente sentido, la frase atroz de Kafka con la que se abren los títulos de crédito. El horror del desconocimiento. Del absurdo. Del dolor y la demolición interior del enemigo como objetivo en si mismo.
Luego, cuando el tiempo pasa y los tres condenados van ganando entidad y humanidad, hay un buen desarrollo con subtramas tan conseguidas como la comunicación a través de la pared o la redacción de cartas para los carceleros.
Ya he dicho, que en este tramo, aparecen también las escenas menos coherentes en el conjunto.
Al final, es difícil no emocionarse con la libertad, como hasta llegar ahí, es difícil no sentir el dolor y el miedo, no empatizar con las víctimas.
Es difícil no considerar necesario contar esta historia, utilizarla para reiterar que ningún ser humano tiene derechos sobre la vida de otro. Que no se puede tener tolerancia ante la crueldad.
Quedémonos con ese mensaje.
Nada más lejos de mi intención que justificar mínimamente nada, pero para considerar esta cinta como una propuesta histórica, haría falta una visión más plural y más amplia.
Queda una propuesta moral. Importante, por supuesto.

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