Artista.-
Amador Rojas
Cantaores.-
José Amador
Triana Heredia.
Guitarrista.-
Jesús del Rosario
Percusionista.-
Luis Amador
Violonchelo.-
Bat'o Hunyongui
Ciclo Flamenco Real- Teatro Real- Madrid
Una nueva experiencia.
Compartir un espectáculo de flamenco en el Salón de Baile del Teatro Real. Convertir ese entorno barroco en un tablao. Recibir con una copa de vino y posibilitar el encuentro con el artista tras la representación.
Que experiencia tan agradable, tan cercana, tan diferente. La sensación de estar casi en un privado.
El Teatro Real no sólo es cada día más diverso sino que es capaz de mutar para convertir cada espectáculo en único.
Pero vayamos al contenido:
No sé nada de flamenco.
No he sido educado en una disciplina que cada vez que me acerco me sorprende.
Me sorprende esa canción que acaricia, esa guitarra cuyo sonido es como artesanía, esa percusión, ese violín.
Pero me sorprende, me engancha y adoro a Amador Rojas.
Esa fuerza que traspasa el corazón con el ritmo de pies y manos , esa figura capaz de mezclar masculino y femenino. Esas formas, efigies, que transmiten a un tiempo quietud y movimiento. Construyendo curvas imposibles que, dotadas de ojos, de alma y cuerpo, se convierten en criaturas mitológicas.
Todo ello, por supuesto humanizado con gestos de miedo, de angustia, de satisfacción, de ternura, de alegría. Fiesta y dolor.
No alcanzo a interpretar el título de la propuesta con lo que veo. Quizás es mi corta experiencia en danza.
Me da igual.
No sé si es Poseidón, o el hombre. Lo que veo es un dios capaz de convertir el arte en una experiencia que nos llega de una forma casi física.
Una experiencia brutal, hermosa. Me produce orgullo. Arte.
Público
Amador Rojas
Cantaores.-
José Amador
Triana Heredia.
Guitarrista.-
Jesús del Rosario
Percusionista.-
Luis Amador
Violonchelo.-
Bat'o Hunyongui
Ciclo Flamenco Real- Teatro Real- Madrid
Una nueva experiencia.
Compartir un espectáculo de flamenco en el Salón de Baile del Teatro Real. Convertir ese entorno barroco en un tablao. Recibir con una copa de vino y posibilitar el encuentro con el artista tras la representación.
Que experiencia tan agradable, tan cercana, tan diferente. La sensación de estar casi en un privado.
El Teatro Real no sólo es cada día más diverso sino que es capaz de mutar para convertir cada espectáculo en único.
Pero vayamos al contenido:
No sé nada de flamenco.
No he sido educado en una disciplina que cada vez que me acerco me sorprende.
Me sorprende esa canción que acaricia, esa guitarra cuyo sonido es como artesanía, esa percusión, ese violín.
Pero me sorprende, me engancha y adoro a Amador Rojas.
Esa fuerza que traspasa el corazón con el ritmo de pies y manos , esa figura capaz de mezclar masculino y femenino. Esas formas, efigies, que transmiten a un tiempo quietud y movimiento. Construyendo curvas imposibles que, dotadas de ojos, de alma y cuerpo, se convierten en criaturas mitológicas.
Todo ello, por supuesto humanizado con gestos de miedo, de angustia, de satisfacción, de ternura, de alegría. Fiesta y dolor.
No alcanzo a interpretar el título de la propuesta con lo que veo. Quizás es mi corta experiencia en danza.
Me da igual.
No sé si es Poseidón, o el hombre. Lo que veo es un dios capaz de convertir el arte en una experiencia que nos llega de una forma casi física.
Una experiencia brutal, hermosa. Me produce orgullo. Arte.
Público
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