NOVELA: NADA DE NADA de Hanif Kureishi

Anagrama
180 páginas
También disponible en ebook

Tengo a Kureishi como el mejor narrador de la evolución emocional de una generación.
Además lo encontré en un momento de descubrimientos, donde posiblemente me impactó y lo hice mío. Seguí luego toda su obra y por ello lo considero patrimonio personal, casi un amigo.
Ese amigo, eso sí, que nunca se dejará engañar por la búsqueda de la felicidad y que siempre tendrá una mirada de desengaño y realidad.
Ese amigo que era la sal de todas las fiestas, el aventurero atrevido, el hedonista, y al que le cuesta asumir física y psicológicamente la madurez porque sabe que es irremediable.
Creo que ninguna de sus novelas no son muy buenas, pero tampoco ninguna es alegre. Su ironía, propia de su inteligencia, siempre cuenta con el aderezo de la amargura.
Pero su pluma es la de un maestro.
Que largo recorrido hemos vivido juntos desde la torrencial exhuberancia juvenil de El Buda del los Suburbios y sus guiones para Stephen Frears, hasta esta Nada de Nada, obra maestra breve, apenas 180 páginas de capítulos breves y corazón húmedo.
Una vez más tenemos la sensación de que el protagonista tiene mucho del autor. En este caso es un director de cine de culto, postrado en su vejez en una silla de ruedas y casado con una mujer mucho más joven.
Un hombre que lamenta lo que ha quedado atrás, especialmente, como todos sus protagonistas masculinos, el sexo. Pero que mantiene la lucidez que en el pasado le hizo ser un genio y hoy mantenerse como un icono.
Con ese punto de partida, otros dos personajes relevantes y algunos secundarios, el maestro consigue establecer una trama propia de una historia de cine negro, que se desarrollará de acuerdo a las obligaciones de género, pero también derrochando sabiduría sobre la vida de los hombres y las mujeres y su forma de relacionarse. La sabiduría de alguien que sabe mirar y que no teme interpretar sus conclusiones.
Es imposible no salir ligeramente tocado de una novela de Kureishi.
Está claro que no es fácil vivir la eclosión de la libertad y la búsqueda, de momentos de euforia y descubrimientos, del brillo de la noche, ambientes que retrato no sólo en la novela antes citada, recuerdo también otra como El Album Negro. Digo, no es fácil vivir eso y perder luego la juventud, aunque me extraña que un hombre tan inteligente no haya sido capaz de convertir este viaje en otra aventura diferente, como hacemos y disfrutamos muchos.
Quizás él esté en lo cierto y mi forma de ver el mundo tenga mucho de autoengaño.
No lo sé, pero en cualquier caso, yo prefiero mi camino, aunque sea un decorado. Eso si, con escritores como Kureishi, al que espero ver algún día sonreír, como en la escena final a sus personajes de L.A. Weekend, otro de sus guiones.
Mientras tanto, viejo amigo, gracias por Nada de Nada, lo he devorado en un vuelo. Todavía la sigo pensando.
Gracias.

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