OPERA: LUCIA DI LAMERMOOR de Gaetano Donizetti

Teatro Real.- Madrid
Director de escena.-
David Alden
Director Musical.-
Daniel Oren
Intérpretes.-
Venera Giamadieva. Ismael Jordi. Simone Piazzola. Marko Mimica. Yije Shi. Marina Pinchuk.
Alejandro del Cerro.
Coro y Orquesta Titular del Teatro Real.

Que daño hizo a disciplinas como la ópera el desprecio ante la cultura que, durante tantos años, asoló nuestro país, y que convertía este género en un entretenimiento para élites pretenciosas.
No tengo claro si verdaderamente existía una celebración por quienes asistían, a precios prohibitivos, a estas representaciones o era una forma externa de conformar señas de identidad.
Ver un coliseo como el Real a reventar de público heterogéneo, indica que esa etapa está ya superada ( ayer creo que, por primera vez, me asombró la profusión de bermudas entre asistente, nada que me moleste).
Es lógico: poder disfrutar de la bellísima partitura de Donizetti en este maravilloso entorno es una experiencia irrepetible.
Pocas obras recuerdo ( ojo, no soy un experto ) donde el conjunto sea tan hermoso, donde se tenga la sensación de que desde la primera a la última nota, entramos en una espiral de un romanticismo melódico perfecto.
Como sabrá quien haya leído comentarios de este blog, mi pasión es el teatro y, desde ese punto de vista, considero la ópera como un espectáculo global donde la puesta en escena debe de ser tan importante como la música.
Con respecto al Teatro Real, y gracias a algunos "logros" de las últimas temporadas, creo que todos he,os bajado el listón de tolerancia, y con tal de que no aparezca un astronauta o los cantantes permanezcan vestidos durante toda la representación, ya nos quedamos tranquilos.
En este caso, la propuesta tiene luces y sombras.
Por un lado, es un acierto el cambio de época.
La tragedia de amor de una muchacha que, casada a la fuerza por su hermano con un noble, y enamorada del mortal enemigo de su familia, que termina cayendo en la locura, encaja a la perfección en el marco de la Época Victoriana. El texto escrito por Walter Scott, no queda lejos, en esencia, de dramas como el de Jane Eyre y el universo de las Bronte. Dotarla de ese tono gótico, le da un color y una textura adecuada que recoge a la perfección ese decorado limitado pero práctico y decadente, así como un vestuario que es de los aspectos más logrados de la representación.
Otra cosa es la narrativa.
Supongo que el director, desde la primera aparición de Lucia en esa cama que parece una cuna, omnipresente durante gran parte de la obra, quiere mostrarnos la locura como una atmósfera mental y subyacente en una sociedad de moral hipócrita ( donde incluso insinúa un incesto ).
Eso explicaría algunos puntos como la manía de los figurantes de entrar por las ventanas...
Pero a medida que avanzamos, la obra se va llenando de un simbolismo excesivo, hasta llegar a la abstracción de la escena final donde, además, se ha adueñado de la representación la idea de la metateatralidad.
En general, hay belleza en los cuadros, gracias también a una potente y delicada iluminación y al movimiento de masas, con una coreografía muy interesante, pero la narración no es sólida. Hay escenas como el tercer cuadro del primer acto ( primera entre los dos hermanos ) que carece de la fuerza que debería tener.
En general, repito, es una puesta en escena visualmente agradable, pero podría calificarse de fallida si fuese excesivo en la crítica ( algo que no soy ). No molesta, regala, ya lo he dicho, cuadros hermosos y una textura adecuada. Pero también deja la sensación de que, de ahondar en los aciertos, podría ser magnífica.
En la ópera siempre queda la música.
Y la de Lucia de Lamermoor es maravillosa, como reconocieron los muchísimos aplausos de un público, ahora sí, plural, que abarrotaba el teatro.

Público         
    

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