USA. 2016
Andrew Garfield. Sam Worthinton. Hugo Weaving. Vince Vaughn. Teresa Palmer. Luke Bracey. Rachel Griffiths. Richard Roxburgh. Matt Nable. Nathaniel Buzolic. Ryan Corr. Goran D Kleut. Firass Dirani. Milo Gibson. Richard Pyros. Ben Mingay. Nico Cortez. Roman Guerreiro. Michael Sheasby
Mel Gibson es un director centrado en trasladar en sus historias gran parte de la grandeza del ser humano. Podría pensarse que La Pasión es un poco el corpus central a partir del cual se presentan otros personajes como Braveheart o este Desmon Doss que protagoniza Hasta el último hombre.
Personajes que alcanzaron grandes gestas alrededor de conceptos tan poderosos como la libertad o el respeto a la vida. Héroes.
La posición personal del actor/ director, y su verborrea, le han granjeado sonoras antipatías que, creo, en muchos casos, impregnan las críticas.
Se le pueden achacar sin duda posiciones cuestionables y falta de sutileza, lo que no puede es negársele su fuerza visual ni la ambición de sus proyectos.
Hasta el último hombre narra la epopeya de un joven que se decide a alistarse en la Segunda Guerra Mundial, pero con la condición de no tener que empuñar nunca un arma y dedicarse a la atención médica. Superar el rechazo de confundir sus creencias con cobardía es sólo el primer episodio antes de llegar al infierno.
La cinta se estructura claramente en dos partes perfectamente diferenciadas.
En la primera, todavía un muchacho, asistimos a su involucración en el conflicto, a su historia de amor y, sobre todo, en su etapa de entrenamiento a su lucha por el respeto de sus ideales.
Aquí Gibson opta por una narración clásica en fondo y forma, incluso en los colores y la textura que recuerdan el cine más amable de un Ford.
La inmersión en la guerra es otra cosa.
Se le puede echar en cara cierto exhibicionismo en la expresión, y el contraste de esta decisión con el mensaje en apariencia pacifista de la historia. Sin embargo, también se puede pensar que nada más efectivo frente al horror que mostrarlo con toda su crueldad. En cualquier caso, visualmente es una de las recreaciones más potentes e impactantes que nunca se han visto en pantalla de un conflicto bélico.
El milagro, esa hazaña sobrehumana que afronta el protagonista, está enfocada sin ningún complejo a la ayuda de la fe, como único camino de alcanzar esa dimensión. Desde mi punto de vista y mis creencias, nada que objetar ni mucho menos.
Tal vez lo más cuestionable sería ver esta media hora final como una especie de Cruzada donde se demoniza al enemigo. Es una lectura posible y peligrosa. Personalmente me quedo con la idea de que Mel Gibson, y por su boca, Desmon Doss, lo que nos recuerdan es que nadie vence en el horror de la guerra.
En cualquier caso, en la visión más epidérmica, se puede disfrutar de Hasta el último hombre como una excelente película bélica, ahondando más, como forma de conocer una historia que nos transmite una edificante visión de la humanidad. Si queremos seguir avanzando, como un alegato a favor de la paz, desde el horror. A partir de ahí, entra el tiempo del debate.
Público
Andrew Garfield. Sam Worthinton. Hugo Weaving. Vince Vaughn. Teresa Palmer. Luke Bracey. Rachel Griffiths. Richard Roxburgh. Matt Nable. Nathaniel Buzolic. Ryan Corr. Goran D Kleut. Firass Dirani. Milo Gibson. Richard Pyros. Ben Mingay. Nico Cortez. Roman Guerreiro. Michael Sheasby
Mel Gibson es un director centrado en trasladar en sus historias gran parte de la grandeza del ser humano. Podría pensarse que La Pasión es un poco el corpus central a partir del cual se presentan otros personajes como Braveheart o este Desmon Doss que protagoniza Hasta el último hombre.
Personajes que alcanzaron grandes gestas alrededor de conceptos tan poderosos como la libertad o el respeto a la vida. Héroes.
La posición personal del actor/ director, y su verborrea, le han granjeado sonoras antipatías que, creo, en muchos casos, impregnan las críticas.
Se le pueden achacar sin duda posiciones cuestionables y falta de sutileza, lo que no puede es negársele su fuerza visual ni la ambición de sus proyectos.
Hasta el último hombre narra la epopeya de un joven que se decide a alistarse en la Segunda Guerra Mundial, pero con la condición de no tener que empuñar nunca un arma y dedicarse a la atención médica. Superar el rechazo de confundir sus creencias con cobardía es sólo el primer episodio antes de llegar al infierno.
La cinta se estructura claramente en dos partes perfectamente diferenciadas.
En la primera, todavía un muchacho, asistimos a su involucración en el conflicto, a su historia de amor y, sobre todo, en su etapa de entrenamiento a su lucha por el respeto de sus ideales.
Aquí Gibson opta por una narración clásica en fondo y forma, incluso en los colores y la textura que recuerdan el cine más amable de un Ford.
La inmersión en la guerra es otra cosa.
Se le puede echar en cara cierto exhibicionismo en la expresión, y el contraste de esta decisión con el mensaje en apariencia pacifista de la historia. Sin embargo, también se puede pensar que nada más efectivo frente al horror que mostrarlo con toda su crueldad. En cualquier caso, visualmente es una de las recreaciones más potentes e impactantes que nunca se han visto en pantalla de un conflicto bélico.
El milagro, esa hazaña sobrehumana que afronta el protagonista, está enfocada sin ningún complejo a la ayuda de la fe, como único camino de alcanzar esa dimensión. Desde mi punto de vista y mis creencias, nada que objetar ni mucho menos.
Tal vez lo más cuestionable sería ver esta media hora final como una especie de Cruzada donde se demoniza al enemigo. Es una lectura posible y peligrosa. Personalmente me quedo con la idea de que Mel Gibson, y por su boca, Desmon Doss, lo que nos recuerdan es que nadie vence en el horror de la guerra.
En cualquier caso, en la visión más epidérmica, se puede disfrutar de Hasta el último hombre como una excelente película bélica, ahondando más, como forma de conocer una historia que nos transmite una edificante visión de la humanidad. Si queremos seguir avanzando, como un alegato a favor de la paz, desde el horror. A partir de ahí, entra el tiempo del debate.
Público
Comentarios