España 2016
Roberto Alamo. Antonio de la Torre. Ciro Miró. Posean Bengoetxea. Jose Luis García Pérez. Luis Zahera. rocío Muñoz-Cobo
Ya lo decía hace unas "entradas": el cine español está consiguiendo posicionarse como referente del cine negro, en especial de un negro hiperrealista, sucio.
Esta temporada, parece que se acumulan los logros en este sentido, Tarde para la ira, El hombre de las mil caras, y ahora esta, Que Dios nos perdone ( también la inimitable La próxima piel, podría inscribirse, aunque las tres citadas tienen más cosas en común).
El buen cine negro, a pesar de tener que contar con tramas elaboradas y creíbles, es sobre todo un cine de atmósferas y de personajes.
En ese sentido Que Dios nos perdone es magnífica y por ello, es capaz de superar alguna debilidad y conseguir un conjunto muy muy apreciable.
El punto de partida es conocido, la pareja de policías antagónicos que, trabajando juntos, establecen una singular relación de amistad.
Juntos se enfrentan a un caso verdaderamente sórdido, el de un violador y asesino de ancianas, en un Madrid muy bien presentado como escenario urbano, caluroso y caótico ( utiliza como acompañamiento la multitudinaria visita de Benedicto XVI ). Frente a víctimas solitarias, la actitud general de un cuerpo de policía desmotivado y superado por los acontecimientos, es la del caso cerrado. Sólo la actitud de uno de los agentes, que por otro lado también cuenta con sus lados oscuros, pondrá la realidad sobre la mesa.
Como ya he dicho, la atmósfera oscura, manchada, con una estética que refleja la amoralidad de la narración, está tan lograda que parece empapar. Y se nos muestra con la caligrafía brillante y tensa de un director con personalidad ( algo que ya demostró en la totalmente diferente y también conseguida, Stockholm ).
En lo que se refiere a los personajes, son poliédricos, complejos, humanos hasta el punto de conseguir que un relato tan sórdido, toquemos en algunos momentos la emoción. La pareja principal y también todos los secundarios. Pero lo que verdaderamente los engrandece, es el nivel interpretativo, de todos y cada uno de quienes aparecen en pantalla.
En grupos tan homogéneos, siempre es posiblemente injusto destacar a alguien, pero creo aceptable hablar de Roberto Álamo: este actor, proveniente de Animalario, reconocido sin dudas desde Urtain, vuelve de nuevo a hacer una creación única; puede ser cierto que sus personajes tienden a estar dibujados en los mismos rasgos, pero lo cierto es que la colección de matices, su fuerza, su personalidad, generan una de esas creaciones que marcan una carrera.
He dicho antes que la cinta también tenía alguna debilidad.
Posiblemente se le pueda achacar cierta acumulación en el paisaje personal de los policías y la necesaria aceptación de coincidencias en el avance de la trama.
Pero lo he dicho antes, el resultado es tan efectivo que son sólo pequeñas manchas en una obra poderosa, con personalidad y, sobre todo, un producto apasionante que se eleva por encima de un mero producto comercial.
Otra obra, pues, que viene a sumarse al buen cine negro español.
Público
Roberto Alamo. Antonio de la Torre. Ciro Miró. Posean Bengoetxea. Jose Luis García Pérez. Luis Zahera. rocío Muñoz-Cobo
Ya lo decía hace unas "entradas": el cine español está consiguiendo posicionarse como referente del cine negro, en especial de un negro hiperrealista, sucio.
Esta temporada, parece que se acumulan los logros en este sentido, Tarde para la ira, El hombre de las mil caras, y ahora esta, Que Dios nos perdone ( también la inimitable La próxima piel, podría inscribirse, aunque las tres citadas tienen más cosas en común).
El buen cine negro, a pesar de tener que contar con tramas elaboradas y creíbles, es sobre todo un cine de atmósferas y de personajes.
En ese sentido Que Dios nos perdone es magnífica y por ello, es capaz de superar alguna debilidad y conseguir un conjunto muy muy apreciable.
El punto de partida es conocido, la pareja de policías antagónicos que, trabajando juntos, establecen una singular relación de amistad.
Juntos se enfrentan a un caso verdaderamente sórdido, el de un violador y asesino de ancianas, en un Madrid muy bien presentado como escenario urbano, caluroso y caótico ( utiliza como acompañamiento la multitudinaria visita de Benedicto XVI ). Frente a víctimas solitarias, la actitud general de un cuerpo de policía desmotivado y superado por los acontecimientos, es la del caso cerrado. Sólo la actitud de uno de los agentes, que por otro lado también cuenta con sus lados oscuros, pondrá la realidad sobre la mesa.
Como ya he dicho, la atmósfera oscura, manchada, con una estética que refleja la amoralidad de la narración, está tan lograda que parece empapar. Y se nos muestra con la caligrafía brillante y tensa de un director con personalidad ( algo que ya demostró en la totalmente diferente y también conseguida, Stockholm ).
En lo que se refiere a los personajes, son poliédricos, complejos, humanos hasta el punto de conseguir que un relato tan sórdido, toquemos en algunos momentos la emoción. La pareja principal y también todos los secundarios. Pero lo que verdaderamente los engrandece, es el nivel interpretativo, de todos y cada uno de quienes aparecen en pantalla.
En grupos tan homogéneos, siempre es posiblemente injusto destacar a alguien, pero creo aceptable hablar de Roberto Álamo: este actor, proveniente de Animalario, reconocido sin dudas desde Urtain, vuelve de nuevo a hacer una creación única; puede ser cierto que sus personajes tienden a estar dibujados en los mismos rasgos, pero lo cierto es que la colección de matices, su fuerza, su personalidad, generan una de esas creaciones que marcan una carrera.
He dicho antes que la cinta también tenía alguna debilidad.
Posiblemente se le pueda achacar cierta acumulación en el paisaje personal de los policías y la necesaria aceptación de coincidencias en el avance de la trama.
Pero lo he dicho antes, el resultado es tan efectivo que son sólo pequeñas manchas en una obra poderosa, con personalidad y, sobre todo, un producto apasionante que se eleva por encima de un mero producto comercial.
Otra obra, pues, que viene a sumarse al buen cine negro español.
Público
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