Alfaguara
192 páginas
También disponible en ebook.
No es esta ciertamente una novela, o no es una novela al uso. Más cercano a una especie de poesía introspectiva, se compone de un conjunto de cuadros de reflexión sobre un hecho central: la entrega de las cenizas del patriarca de una familia campesina, al lago que a cubierto la que fue su aldea, muchos años atrás.
A partir de ahí, cada rememoración esconde recuerdos con ideas, visiones del presente y del pasado, conceptos un poco abstractos junto con detalles cotidianos. Todos con un tono delicado, preciso y coherente, algunos más logrados que otros, acercándose y alejándose en función de su vinculación familiar con el fallecido.
Me gusta la propuesta. Admito que puede cansar su inmovilidad y que algunos de los capítulos están más conseguidos que otros, pero me llega tanto el tono como muchas de sus lúcidas reflexiones.
Sobre todo, creo que hay dos aspectos muy importantes a destacar:
En primer lugar, la configuración de la memoria como un magma, una especie de savia que recorre el interior de una familia, incluso pregnando en aquellos que no han vivido los hechos recordados; una sustancia que se compone tanto de realidades como de referencias ajenas, de palabras y de hechos, que se confunde entre lo vivido y lo escuchado.Cuando un nuevo miembro entra en la tribu, parece empezar a beber ese nectar, casi como un rito de iniciación. Es una hermosa creación.
En segundo lugar, el personaje central, ese que sólo aparece en los recuerdos ajenos, es el emblema de una raza de hombres honestos y fuertes, de agricultores que parecen nacidos de la tierra, que soportan sobre sus hombros a una familia , como un árbol centenario que sostiene el cielo. Un homenaje posiblemente al pasado de Llamazares.
Se lee pronto, es breve, y despacio, es intensa.
Y es verdad.
Público
192 páginas
También disponible en ebook.
No es esta ciertamente una novela, o no es una novela al uso. Más cercano a una especie de poesía introspectiva, se compone de un conjunto de cuadros de reflexión sobre un hecho central: la entrega de las cenizas del patriarca de una familia campesina, al lago que a cubierto la que fue su aldea, muchos años atrás.
A partir de ahí, cada rememoración esconde recuerdos con ideas, visiones del presente y del pasado, conceptos un poco abstractos junto con detalles cotidianos. Todos con un tono delicado, preciso y coherente, algunos más logrados que otros, acercándose y alejándose en función de su vinculación familiar con el fallecido.
Me gusta la propuesta. Admito que puede cansar su inmovilidad y que algunos de los capítulos están más conseguidos que otros, pero me llega tanto el tono como muchas de sus lúcidas reflexiones.
Sobre todo, creo que hay dos aspectos muy importantes a destacar:
En primer lugar, la configuración de la memoria como un magma, una especie de savia que recorre el interior de una familia, incluso pregnando en aquellos que no han vivido los hechos recordados; una sustancia que se compone tanto de realidades como de referencias ajenas, de palabras y de hechos, que se confunde entre lo vivido y lo escuchado.Cuando un nuevo miembro entra en la tribu, parece empezar a beber ese nectar, casi como un rito de iniciación. Es una hermosa creación.
En segundo lugar, el personaje central, ese que sólo aparece en los recuerdos ajenos, es el emblema de una raza de hombres honestos y fuertes, de agricultores que parecen nacidos de la tierra, que soportan sobre sus hombros a una familia , como un árbol centenario que sostiene el cielo. Un homenaje posiblemente al pasado de Llamazares.
Se lee pronto, es breve, y despacio, es intensa.
Y es verdad.
Público
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