Bélgica/ Francia 2014
Marion Cotillard. Fabrizio Rongione. Pili Groyne. Simon Caudry. Catherine Salée. Baptiste Sornin. Alain Eloy. Myriem Akheddiou
Los Dardenne son claramente de esos directores, o artistas en general, dedicados a lo social, cronistas en clave de realismo del mundo en el que vivimos haciendo generalmente protagonistas a los desheredados.
Generosos con sus personajes, duros con aquellos que no precisan que nadie les compadezca.
Dentro de su catálogo, siempre en una Europa donde los valores empiezan a estar cuando menos confusos, creo que la cinta que ahora nos ocupa es la que responde de una forma más clara a la necesidad de enfrentarnos a las consecuencias de la crisis económica que vivimos.
Veamos si no: el argumento es muy simple, una mujer que acaba de regresar a su trabajo tras una baja por depresión , se encuentra con el despido; su única salvación está en la mano de sus compañeros, siempre que estos renuncien a cambio a una prima de mil euros; durante dos días y una noche, ella intentará convencerlos de uno en uno para que voten a su favor, escogiéndola frente al dinero.
La historia entra desde el principio directa, con una claridad absoluta, claridad que se mantiene durante todo el metraje; no quiere decir esto último que carezca de matices, pero sí que va siempre en línea recta, y que los apuntes son como paisajes que se ven a través de una ventanilla cuando alguien se dirige a un lugar. Es el film más didáctico de sus directores y quizás también por ello la que cuenta con una realización más transparente , dejando de lado su método frecuente de cámara al hombro y sustituyendo sus actores desconocidos por una star del nivel de Cotillard, perfecta, por cierto.
Por lo tanto, Dos días, una noche, es sin duda una muy buena película, pero no es posiblemente eso lo que pretende, sino lanzar un mensaje, ya no tan deprimente como otras veces: la solidaridad asoma incluso entre el miedo o la miseria, y lo que va a devolvernos nuestra confianza en nosotros mismos, no es vencer sino luchar, porque en tiempos tan difíciles la lucha es ya una victoria.
La propuesta es coherente. Y sobre todo, aplaudible. Debemos de contar con propuestas que nos hagan pensar , enfrentarnos con la ineludible obligación de todo ser humano de conseguir que este mundo sea un lugar mejor.
Se agradece especialmente que lo haga desde la sencillez, que evite la tesis, porque la vida se vive posiblemente así, sin que haga falta dibujar con los colores de la trascendencia para saber donde está el bien.
Público
Marion Cotillard. Fabrizio Rongione. Pili Groyne. Simon Caudry. Catherine Salée. Baptiste Sornin. Alain Eloy. Myriem Akheddiou
Los Dardenne son claramente de esos directores, o artistas en general, dedicados a lo social, cronistas en clave de realismo del mundo en el que vivimos haciendo generalmente protagonistas a los desheredados.
Generosos con sus personajes, duros con aquellos que no precisan que nadie les compadezca.
Dentro de su catálogo, siempre en una Europa donde los valores empiezan a estar cuando menos confusos, creo que la cinta que ahora nos ocupa es la que responde de una forma más clara a la necesidad de enfrentarnos a las consecuencias de la crisis económica que vivimos.
Veamos si no: el argumento es muy simple, una mujer que acaba de regresar a su trabajo tras una baja por depresión , se encuentra con el despido; su única salvación está en la mano de sus compañeros, siempre que estos renuncien a cambio a una prima de mil euros; durante dos días y una noche, ella intentará convencerlos de uno en uno para que voten a su favor, escogiéndola frente al dinero.
La historia entra desde el principio directa, con una claridad absoluta, claridad que se mantiene durante todo el metraje; no quiere decir esto último que carezca de matices, pero sí que va siempre en línea recta, y que los apuntes son como paisajes que se ven a través de una ventanilla cuando alguien se dirige a un lugar. Es el film más didáctico de sus directores y quizás también por ello la que cuenta con una realización más transparente , dejando de lado su método frecuente de cámara al hombro y sustituyendo sus actores desconocidos por una star del nivel de Cotillard, perfecta, por cierto.
Por lo tanto, Dos días, una noche, es sin duda una muy buena película, pero no es posiblemente eso lo que pretende, sino lanzar un mensaje, ya no tan deprimente como otras veces: la solidaridad asoma incluso entre el miedo o la miseria, y lo que va a devolvernos nuestra confianza en nosotros mismos, no es vencer sino luchar, porque en tiempos tan difíciles la lucha es ya una victoria.
La propuesta es coherente. Y sobre todo, aplaudible. Debemos de contar con propuestas que nos hagan pensar , enfrentarnos con la ineludible obligación de todo ser humano de conseguir que este mundo sea un lugar mejor.
Se agradece especialmente que lo haga desde la sencillez, que evite la tesis, porque la vida se vive posiblemente así, sin que haga falta dibujar con los colores de la trascendencia para saber donde está el bien.
Público
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