Director- Mario Gas
Intérpretes- Miguel Angel Solá. Daniel Freire
El estreno de El Veneno del Teatro en los ochenta en el CDN , con Jose María Rodero y Manuel Galiana, fue todo un acontecimiento teatral.
Ha pasado el tiempo, y un amigo que había visto esta nueva versión, me comentaba que, posíblemente, el texto era deudor de su época, cuando temas como el metateatro, hijos pequeños de Pirandello, estaban a la orden del día en nuevas búsquedas de expresión.
Yo he ido anoche. Y , efectivamente, ya es difícil enfrentarse a una obra de este estilo, a este diálogo punzante y cruel, desde el punto de vista conceptual, pero sí resiste un acercamiento como thriller, como juego oscuro, porque por encima de todo está muy bien escrito, es efectista y eficaz.
También puede disfrutarse como un recital peligroso para dos actores: ellos son el único sosten durante su breve duración, y cualquier patinazo, saltaría al patio de butacas, convirtiendo la peripecia escénica en increible.
En esto estamos de total enhorabuena:
Mihuel Angel Solá es ya incuestionable; su interpretación sorprende, no ya por su rigor sino por la ausencia total de efectos, por la naturalidad absoluta que no busca el recurso fácil.
De Daniel Freire, baste decir que está a su nivel en un papel más expresivo, pero en el que tampoco derrocha más que verdad. Su miedo llega a palparse, igual que la frialdad de su adversario.
El Veneno del Teatro funciona pues como un buen juego teatral, medido a la perfección por Mario Gas, pero sobre todo levantado por dos grandes de la escena.
Público
Intérpretes- Miguel Angel Solá. Daniel Freire
El estreno de El Veneno del Teatro en los ochenta en el CDN , con Jose María Rodero y Manuel Galiana, fue todo un acontecimiento teatral.
Ha pasado el tiempo, y un amigo que había visto esta nueva versión, me comentaba que, posíblemente, el texto era deudor de su época, cuando temas como el metateatro, hijos pequeños de Pirandello, estaban a la orden del día en nuevas búsquedas de expresión.
Yo he ido anoche. Y , efectivamente, ya es difícil enfrentarse a una obra de este estilo, a este diálogo punzante y cruel, desde el punto de vista conceptual, pero sí resiste un acercamiento como thriller, como juego oscuro, porque por encima de todo está muy bien escrito, es efectista y eficaz.
También puede disfrutarse como un recital peligroso para dos actores: ellos son el único sosten durante su breve duración, y cualquier patinazo, saltaría al patio de butacas, convirtiendo la peripecia escénica en increible.
En esto estamos de total enhorabuena:
Mihuel Angel Solá es ya incuestionable; su interpretación sorprende, no ya por su rigor sino por la ausencia total de efectos, por la naturalidad absoluta que no busca el recurso fácil.
De Daniel Freire, baste decir que está a su nivel en un papel más expresivo, pero en el que tampoco derrocha más que verdad. Su miedo llega a palparse, igual que la frialdad de su adversario.
El Veneno del Teatro funciona pues como un buen juego teatral, medido a la perfección por Mario Gas, pero sobre todo levantado por dos grandes de la escena.
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Abrazos