Ancora y Delfín
310 páginas
Comencé a leerla pensando: otra novela sobre la Guerra Civil, no tardaré en comprender de que lado está el autor.
Como tantas veces que nos dejamos llevar por juicios precipitados, me confundí.
En un momento de absoluta irresponsabilidad política, cuando , en aras de una posición en el poder, se es capaz de manipular de forma rastrera el dolor y la miseria, donde pedir perdón es una manera de pedir el voto, donde el pasado, aunque haya ocurrido hace más de sesenta años puede resucitarse para utilizarla como alma arrojadiza, un intento como la Memoria Histórica goza para mi de una credibilidad muy limitada.
Aun así, supongo que mi opinión está tan mediatizada como la de los demás, y echaba de menos una visión más matizada, más compleja y, a ser posible, con una mayor base histórica.
Y eso es lo que he encontrado en Ayer no más.
Trapiello afronta con valentía y con conocimiento un tema que hasta ahora nadie había tratado con tanta crudeza: ¿ merece la pena buscar culpables? ¿ se hubiesen comportado las víctimas de otra manera si hubiesen sido ellos los vencedores? ¿ es verdaderamente honesta la razón de actuar de todos los agentes involucrados?-
Es un hijo, ya posicionado en el lado opuesto de su padre, quien descubre un hecho terrible del pasado, justo cuando León, trasunto de ciudad de provincias con pecados bajo los adoquines, está hirviendo por la necesidad de protagonismo de unos cuantos.
A partir de ahí, el autor es capaz de conjugar las dudas morales particulares con las que se corresponden al comportamiento de un pueblo. Entre certeza e incertidumbre, entre reflexión y sentimiento, pocas veces se han encajado tan bien la historia y la Historia.
Estructuralmente hablando también acierta su autor al decidir configurarlo como un concierto a varias voces, y darle el tono argumental casi de un thriller; de esta manera consigue una agilidad en su desarrollo capaz de sostener el posible didactismo de la propuesta.
No todo está bien, aunque sí casi todo, personalmente me cuesta encontrar realidad en la historia de amor, algo aplastada por temas más contundentes y posiblemente falta de sentimiento.
Pero en su conjunto, Ayer no más se resuelve no sólo como una buena novela, sino, algo mucho más importante, como una novela necesaria.
Público
310 páginas
Comencé a leerla pensando: otra novela sobre la Guerra Civil, no tardaré en comprender de que lado está el autor.
Como tantas veces que nos dejamos llevar por juicios precipitados, me confundí.
En un momento de absoluta irresponsabilidad política, cuando , en aras de una posición en el poder, se es capaz de manipular de forma rastrera el dolor y la miseria, donde pedir perdón es una manera de pedir el voto, donde el pasado, aunque haya ocurrido hace más de sesenta años puede resucitarse para utilizarla como alma arrojadiza, un intento como la Memoria Histórica goza para mi de una credibilidad muy limitada.
Aun así, supongo que mi opinión está tan mediatizada como la de los demás, y echaba de menos una visión más matizada, más compleja y, a ser posible, con una mayor base histórica.
Y eso es lo que he encontrado en Ayer no más.
Trapiello afronta con valentía y con conocimiento un tema que hasta ahora nadie había tratado con tanta crudeza: ¿ merece la pena buscar culpables? ¿ se hubiesen comportado las víctimas de otra manera si hubiesen sido ellos los vencedores? ¿ es verdaderamente honesta la razón de actuar de todos los agentes involucrados?-
Es un hijo, ya posicionado en el lado opuesto de su padre, quien descubre un hecho terrible del pasado, justo cuando León, trasunto de ciudad de provincias con pecados bajo los adoquines, está hirviendo por la necesidad de protagonismo de unos cuantos.
A partir de ahí, el autor es capaz de conjugar las dudas morales particulares con las que se corresponden al comportamiento de un pueblo. Entre certeza e incertidumbre, entre reflexión y sentimiento, pocas veces se han encajado tan bien la historia y la Historia.
Estructuralmente hablando también acierta su autor al decidir configurarlo como un concierto a varias voces, y darle el tono argumental casi de un thriller; de esta manera consigue una agilidad en su desarrollo capaz de sostener el posible didactismo de la propuesta.
No todo está bien, aunque sí casi todo, personalmente me cuesta encontrar realidad en la historia de amor, algo aplastada por temas más contundentes y posiblemente falta de sentimiento.
Pero en su conjunto, Ayer no más se resuelve no sólo como una buena novela, sino, algo mucho más importante, como una novela necesaria.
Público
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