Entiendo poco de ballet y de flamenco pero disfruto ambas cosas como cualquier manifestación artística.
De lo primero me gusta que me sorprenda, que me transmita belleza, que sea capaz de narrarme una historia o una sensación, que convierta la poesía y la música en movimiento.
De lo segundo, su fuerza , el sentimiento, la hermosura , la fiesta sea del dolor o de la alegría y la capacidad de poner tripa, sangre y carne en las manos, la cintura y los tacones.
Un tal Ruben Olmo, al que en mi ignorancia no conocía hasta hoy pero al que no voy a olvidar, ha escogido el clásico cuento de Collodi para su espectáculo.
Junto a escenas más conocidas como el movimiento de la marioneta y su encuentro con Gepetto, el teatrillo de títeres o el vientre de la ballena, hay otros que no si existen en el original como el bosque o el vuelo por el cielo.
Y todas ellas son verdaderos cuadros en movimiento, con constantes hallazgos , una expresión extrema, clara, vital y muchísima belleza.
Todo me ha parecido fascinante, disfrutable, un chorreo de alegría, de júbilo, de potencia, de poesía a raudales. Me faltan palabras para expresar todo lo que me ha regalado este espectáculo, lo bien que lo he pasado, hasta donde se me han abierto los ojos y los oidos.
Desde la primera aparición de la estela que compone el cuerpo de bailarines representando al hada azul, en que Pinocho es ayudado a moverse y descubre la autonomía de sus miembros.
La tristeza de la jaula y ese baile claustrofóbico de sombras.
Los andares de Pepito Grillo.
Como no, la fiesta en el campamento de los zíngaros., capaz de poner en pie a cualquiera.
La noche en el bosque.
El vuelo y esas olas capaces de lanzar a nuestros personajes a la arena de la playa.
Proyecciones logradas y al servicio de la narración, música potente , golpes, ritmos.
Un vestuario rico siempre cercano al cuento, colorista.
Me acompañó mi hija de ocho años y la gozó, tanto como yo, pero si no tienen hijos, sobrinos, nieos ............... que no sea esa la excusa para perderse esta joya.
Arte puro, del muy bueno.
Público
De lo primero me gusta que me sorprenda, que me transmita belleza, que sea capaz de narrarme una historia o una sensación, que convierta la poesía y la música en movimiento.
De lo segundo, su fuerza , el sentimiento, la hermosura , la fiesta sea del dolor o de la alegría y la capacidad de poner tripa, sangre y carne en las manos, la cintura y los tacones.
Un tal Ruben Olmo, al que en mi ignorancia no conocía hasta hoy pero al que no voy a olvidar, ha escogido el clásico cuento de Collodi para su espectáculo.
Junto a escenas más conocidas como el movimiento de la marioneta y su encuentro con Gepetto, el teatrillo de títeres o el vientre de la ballena, hay otros que no si existen en el original como el bosque o el vuelo por el cielo.
Y todas ellas son verdaderos cuadros en movimiento, con constantes hallazgos , una expresión extrema, clara, vital y muchísima belleza.
Todo me ha parecido fascinante, disfrutable, un chorreo de alegría, de júbilo, de potencia, de poesía a raudales. Me faltan palabras para expresar todo lo que me ha regalado este espectáculo, lo bien que lo he pasado, hasta donde se me han abierto los ojos y los oidos.
Desde la primera aparición de la estela que compone el cuerpo de bailarines representando al hada azul, en que Pinocho es ayudado a moverse y descubre la autonomía de sus miembros.
La tristeza de la jaula y ese baile claustrofóbico de sombras.
Los andares de Pepito Grillo.
Como no, la fiesta en el campamento de los zíngaros., capaz de poner en pie a cualquiera.
La noche en el bosque.
El vuelo y esas olas capaces de lanzar a nuestros personajes a la arena de la playa.
Proyecciones logradas y al servicio de la narración, música potente , golpes, ritmos.
Un vestuario rico siempre cercano al cuento, colorista.
Me acompañó mi hija de ocho años y la gozó, tanto como yo, pero si no tienen hijos, sobrinos, nieos ............... que no sea esa la excusa para perderse esta joya.
Arte puro, del muy bueno.
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