Nani Moretti. Margherita Buy. Silvia Nono. Valentina Romani. Barbora Bovuloba. Matthieu Amalric. Silvia Orlando. Blu Yoshimi. Elena Lietti. Teco Celio. Jerzy Stuhr. Zsolt Anger. Francesco Brandi. Michele Ebumea. Arianna Serrao.
A cierta edad, independientemente de que te encuentres en un momento de plenitud de tu vida, es imposible que no exista una cierta nostalgia hacia al pasado, aunque sólo sea porque entonces el futuro era más largo. Pero además, es fácil recordar y echar de menos a quien confundía inocencia con valentía, quien gozaba de la belleza de la juventud aunque posiblemente no fuese consciente, a quien podía defender a muerte cualquier idea convencido de que iba a pensar así eternamente a pesar de su carencia de raíces. Y, sobre todo, pensar en las certezas, cuando luego el tiempo se ha encargado de convertirlas muchas veces en dudas.
Para mi, la mayor referencia en este sentido es el escritor inglés Hanif Kureishi, a quien he seguido con bastante precisión ya que tenemos una edad parecida. Su obra leída cronológicamente es un ejemplo perfecto de un ser humano consciente de que su juventud va desapareciendo y tiene que enfrentarse a una vida diferente y donde la ilusión ya es gris. Desde El buda de los suburbios a Nada de nada, yo tengo que reconocer que he disfrutado mucho con su triste viaje.
El sol del futuro habla también de eso. Ha pasado el tiempo. Moretti sigue siendo ese actor/ director irónico que me recuerda tanto intelectualmente a un Woody Allen italiano, pero ya no tendría sentido dirigir Caro Diario.
Vale, nos va a hablar del paso del tiempo, de la pérdida de los ideales políticos, del cansancio del amor, del vacío o la tierna comprensión que aparece donde antes había admiración y respeto, del descubrimiento de la inutilidad de las tradiciones y la necesidad, en ocasiones, de rendirse a las circunstancias.
Pero lo hermoso, lo que hace diferente esta melancolía, es que decide ser alegre. El italiano no se resigna a más tristeza que a la que viene empapada en un delicada felicidad, porque destierra el drama, destierra la trascendencia. La vida es un lugar donde estar y si lo hacemos con una sonrisa, mucho mejor.
Me atrapa esa decisión pero sobre todo, la libertad narrativa. Hay una espina dorsal, el rodaje de una< película que cuestiona la corrección del Partido Comunista Italiano, pero también aparecen a los lados trazos de otras historias que conforman un conjunto muy rico. Lo más importante es que Moretti lo cuenta como le apetece, con una anarquía que pasa de números musicales a pequeñas escenas, de cine dentro del cine a más cine dentro del cine, con saltos del romanticismo a la farsa, del monólogo al diálogo, con mucho humor, con mucha inteligencia y con una aparente ligereza que hace que todo transcurra en un soplo.
Y para terminar, nos regala un final magnífico que no puedo evitar que me recuerde al de Las noches de Cabiria. Este desfile es un ejemplo de concordia, de paz. Me gustaría caminar con ellos.
Una gozada.
¿ Hay algo mejor que la alegría como arma de resistencia?
Público
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