TEATRO: LA BELLA DOROTEA de Miguel Mihura

 

Director.-

Amelia Ochandiano

Intérpretes.-

Manuela Velasco. Raúl Fernández de Pablo. Rocío Marín. Cesar Camino. Mariana Terés. María José Hipólito. Belén Ponce de León

Creo que ya comenté alguna vez que, al margen de algunos Estudio 1 en TVE ( a los más jóvenes ni les sonará), mi educación teatral se fomentó en la lectura. Y en esos años, clásicos aparte, lo más asequible ( y disfrutable ) eran las obras de Miguel Mihura y Jardiel Poncela.

Cuando me vine a vivir a Madrid con 18 años, y descubrí otra cultura dramática, todavía se representaban algunas de esas obras de lo que luego se conoció despectivamente como teatro burgués. Y luego, desaparecieron. 

Una pena. Independientemente de aspectos ideológicos o de la apuesta por la modernidad, es prescindir de buenos autores, con un conocimiento muy profesional de la arquitectura dramática y capacidad para fusionar humor y poesía, asomándose al absurdo.

De un tiempo a esta parte, los teatros públicos parecen haber comenzado un ejercicio de tímida recuperación en la que se encaja esta Bella Dorotea. Y lo hace bien, muy bien.

Amelia Ochandiano parte de una versión en la que creo que se ha limpiado mucho ( de hecho el monólogo final de la protagonista narra parte de la acción que en el texto original se desarrollaba ). Lo han reducido y se ha quedado en un precioso y divertido juguete. No se pierde, es más, se resalta, la crítica social a la vida de provincias que acerca esta obra a otras joyas como la película Calle Mayor o, ¿porqué no? Doña Rosita. Quizás se pierde algo de poesía, personalmente recuerdo al personaje de José menos figurón, pero tal vez hubiese quedado antigua.

La composición escénica, trasladada a los años setenta, es brillante, divertida y sorprende con pequeños aciertos.

En definitiva, una buena representación para reírse y, sí, pensar. Porque igual que me pasó con la última representación que vi de Tres sombreros de copa, de Natalia Menéndez, también aquí hay un subtexto mucho menos epídérmico ¿ compensa la rebeldía eterna? ¿ pueden cansarse los rebeldes? ¿ es legítimo rendirse?. Manuela Velasco, encantadora, no nos da la respuesta, pero sí consigue que nos parezca bien cualquier decisión que tome al respecto.

Mihura, es más de lo que parece, y la verdad es que me gustaría poder ver pronto que tanto el como Jardiel, o Casona, o el primer Paso recuperan su lugar en el teatro español por el que tanto hicieron.

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