280 páginas
Disponible en ebook
Después de la lucidez generosa de su evocación de la memoria en El huerto de Emerson, Luis Landero regresa a la novela. Y lo hace, como siempre, con la seguridad y los mimbres que nos tiene acostumbrados desde aquel sorprendente debut que fue Juegos de la edad tardía.
Esta vez el protagonista es Marcial, un personaje tan pintoresco como todos los suyos, quizás más extremo, más asocial y estrafalario, pero que extrañamente, consigue que nuestro rechazo se mezcle con cierta empatía y sorprendernos incluso con algunas de sus reflexiones.
Esta historia ridícula es su pequeña historia de amor. La que nace cuando conoce a Pepita, una joven de diferente procedencia social de la que no termina de saber si hay en su trato correspondencia o burla.
Lo que podría haber sido una historia romántica o de triste decepción, se empapa en la tradición española del esperpento y se atreve a asomarse a otros géneros como cierto surrealismo o incluso el thriller psicológico ( lo más sorprendente es el momento en que llega a hacerme recordar Carrie ).
El resultado es otra de estas obras del autor donde Landero reitera su capacidad para contar historias de gente corriente, convirtiéndolos en protagonistas, de hacerlo con un gran sentido del humor y una extraña ternura. Además, todas sus entregas tienen la textura de lo castizo, como lo tenían autores clásicos como Pérez Galdós y que retomó de alguna manera y con otro tono, Almudena Grandes.
Posiblemente no sorprenda, pero no por ello deja de ser una excelente muestra de entretenimiento literario que vuelve a rozar en muchos momentos la genialidad. Tener cada dos años, más o menos, un nuevo libro de este contador de historias , es un regalo gozoso al que no deberíamos de renunciar.
Landero para siempre.
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Público
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