Bradley Cooper. Cate Blanchett. Rooney Mara. Toni Collette. Willem Dafoe. Paul Anderson. Ron Pelman. Richard Jenkins. Mary Steenburger. David Strathaim. Holt McCallany. Lara Jean Chorostecki
Una constante en el cine de Guillermo del Toro es la fantasía, su interés en trascender la realidad o dibujarla con otra textura totalmente alejada del hiperrealismo.
Siempre he pensado que, quienes están tan volcados en la ficción, son grandes narradores o, al menos, autores comprometidos con su vocación de contar historias.
Y esta es para mi la esencia del cine de este autor. Historias que se inscriben en la Historia con mayúsculas, otorgándole una dimensión mágica, como en El laberinto del fauno o El espinazo del diablo. Cuentos de terror tradicionales como Cronos o Mimic. O preciosas fantasías románticas, tan libres como independientes como La forma del agua.
En el caso de El callejón de las almas perdidas no podemos decir, por mucho que el centro de la trama tenga mucho que ver con la capacidad para deformar la realidad creando falsas percepciones, que entremos en el ámbito de la fantasía, ya que todo lo que se cuenta puede ser o haber sido cierto. Nos encontramos en los años de la depresión americana, con un país asentado en la desigualdad y un personaje que consigue recorrer el trayecto que va desde la miseria de una feria itinerante, poblada de perdedores, hasta el escenario cosmopolita donde viven personas cuyo único límite es la barrera que supone la muerte.
Por un lado, Del Toro consigue hacer suya esta historia, al parecer inspirada en una novela ya hecha película en 1947. Su cámara se acerca en escorzos que empapan de inquietud y de un extrañamiento la narración y, al mismo tiempo, convierte a sus personajes en seres deformes, no sólo por condiciones físicas sino por su desarraigo.
Pero sobre todo, en esta película tengo la sensación de que nos encontramos ante un magnífico homenaje al cine. El "contador" ha decidido hacerlo homenajeando a aquellos de los que aprendió a narrar en imágenes.
Como he dicho, existe otra versión filmada anterior. Desconozco si hay parecidos o inspiración. Pero en este caso, Guillermo del Toro actúa como un contador de historias en imágenes que bebe directamente de los clásicos. Lo que nos ofrece es una producción estéticamente increíble y que, en su movimiento, nos atrapa. Podría ser una de tantas películas que vimos en salas de programa doble en sábados por la tarde, tiene la misma textura.
Y a quienes el cine nos entusiasma y nos ha enamorado, recuperamos esa sensación mágica de estar ahí. El director consigue algo tan difícil y que sólo lograban los grandes. Meternos dentro.
El callejón de las almas perdidas, es una experiencia de las de antes. De las que nos hacían soñar. Rejuvenece, divierte y apasiona. En definitiva: es cine, cine, cine.
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