Varias editoriales
350 páginas
Disponible en ebook
Sigo recuperando libros perdidos. Rescatados de una
biblioteca que tiene que desaparecer y solicitando el tiempo que no les dediqué
en su momento. Posiblemente cada libro tenga su tiempo y además estás lecturas
las realizo con un punto de regresión, en esas páginas con esa textura algo
acartonada y de tonalidad casi marrón, ese olor que no desaparece y la
sensación de descubrimiento que tenía entonces y que vuelve ahora.
Esta vez le ha tocado a Faulkner con La paga de los
soldados. Un autor ven el que una vez me perdí, tal vez demasiado pronto, y al
que tardé muchos años en volver para sobrecogerme con la densidad de sus
historias y su fuerza en la forma de contarlas. Creo recordar que ese retorno
fue con Luz de agosto, que sigue estando entre mis favoritas.
La paga de los soldados es al parecer, su primera novela.
Increíble porque cuenta ya con la fuerza que encontraremos en todas sus
novelas. Estamos en los años de la Primera Guerra Mundial, un teniente herido y
deformado, regresa a su casa acompañado de un soldado y una viuda de guerra. Le
esperan su padre, su prometida, las deudas del pasado, y una población también
golpeada de una forma u otra por la contienda.
La historia que en un inicio se concentra en pocos
personajes, se va abriendo poco a poco, incluyendo aquellos que aparecen casi
solo como manchas, pero dejando una marca imborrables. Los diálogos se mezclan
con descripciones tan hermosas como precisas, casi pintadas en el medio de la
historia. Y nos encontramos , junto con una narrativa convencional, propuestas
atrevidas.
Se habla de sentimientos, de pasones, de miserias atadas a
miedos, en definitiva, de esa humanidad fruto del pecado original que siempre
constituye el cuerpo de las obras de este autor.
Siempre tengo la sensación de que una de las cosas que hace
grande las obras de Faulkner, además de su elaboración y su magnífico uso de
las palabras, es su imperfección, fruto tal vez del atrevimiento. Sus novelas
no pueden ser perfectas porque son brutales, como puñetazos, continuamente
sorprendentes y libres. No podemos buscar en ellas equilibrio porque no lo
hay. Habrá momentos de pérdida, otros de
cercanía, retazos de una belleza sorprendente y otros donde parece hurgar con un
dedo sucio en el alma de las personas….
Pero concluyes, concluyo, enamorado de la experiencia que ha supuesto La paga de los soldados. Una vez más, la grandeza de un autor único.
Público
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