España 2024
Patricia López Arnaiz. Marina Guerola. Antonio de la Torre. Julián López. Ramón Fontsere.
Hay varias razones por las que me gusta mucho el cine de Pilar Palomero, entre otras:
Porque cada una de sus películas es mejor que la anterior.
Porque es capaz de darle a cada una su propia personalidad y su propio ritmo. De la vitalidad de La Maternal, una película sobre la vida, pasamos al reposo de Los Destellos, una película sobre la muerte.
Porque es capaz de hablar de temas universales al tiempo que cuenta historias particulares.
Porque es meticulosa en su descripción de los sentimientos, en su relato de la duda, de la fragilidad.
Porque consigue de sus actores interpretaciones magníficas.
Y todo ello, está de nuevo en esta cinta bellísima e inteligente.
La anécdota es simple. Una mujer separada que ha rehecho su vida con otro hombre, se verá impulsada a cuidar de su exmarido en sus últimos días, por petición de la hija común de ambos. Sin embargo, tengo la sensación de que ocurren muchísimas cosas, siempre dentro de ese entorno de incertidumbre que tantas veces dirige las relaciones entre los seres humanos.
Palomero nos muestra con transparencia la realidad y seremos nosotros quienes comprendamos y entendamos a unos u otros en aspectos determinados. Sus dudas, su necesidad de no recordar y la presencia del recuerdo como una tabla de salvación, la dificultad de entender el fin, la fuerza de la vida y, sobre todo, esos momentos que brillan, que son posiblemente la expresión más pura de la felicidad y que siempre serán efímeros, inaprensibles.
La directora, expulsa cualquier atisbo de melodrama, y con ello, acerca mucho más la verdad. Además, ofrece algo que, quienes hemos perdido a personas queridas, conocemos: la falta de peso de la muerte. El día que alguien nos deja, comienza como cualquier y posiblemente también termine como uno corriente, y así serán los días que vendrán después. Eliminar el drama nos hace vivir una vida íntima posiblemente mucho más cierta y también más pura.
Y si esa verdad está en el tiempo lento, en los detalles, en la tristeza de Guerola y la sonrisa de Antonio de la Torre, lo encontramos especialmente en los ojos de Patricia López Arnaiz, su interpretación es un prodigio de naturalidad, generosa y humilde, de alma.
Pues salgo de Los Destellos feliz y triste, y es de esas veces en que tengo la sensación de que la obra me habla directamente, y me enseña. Que cine tan magnífico. Siguiente película de Pilar Palomero, ya.
Público
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