NOVELA: EL DESIERTO BLANCO de Luis López Carrasco

 

Anagrama

180 páginas

Disponible en ebook

El Desierto Blanco es uno de esos libros que, desde su publicación, sabía que tenía que leer.

De Luis López Carrasco conozco dos documentales que me fascinan: El Futuro y El año del Descubrimiento. En ambos, desde documentos reales, se traza una mirada sobre la realidad, certera y desesperanzada, que, lo más importante, consigue captar la esencia, el alma de la sociedad que retrata. Ambos los he comentado aquí. El primero hablaba de una juventud abocada a una libertad repentina y efervescente incapaz de preocuparse del paso del tiempo, con uno de los finales más desoladores que pueden transmitir unas imágenes. El segundo nos enfrentaba a un capitalismo irrespetuoso y festivo capaz de dejar a seres humanos en la cuneta. Lo sorprendente era la colocación de su mirada, a una distancia exacta para conseguir un equilibrio entra el compromiso y el rechazo.

Con ese bagage, era imposible pensar que su primera novela fuese algo convencional y, obviamente no lo es. En primer lugar por su propia estructura compuesta de varios cuadros ( ni siquiera creo que sean relatos ) enlazados por su personajes. En segundo lugar, por su tratamiento de la realidad.

Si bien en el último tramo pueden existir referencias veladas que nos inclinen a pensar que lo que estamos leyendo es una distopía, hasta entonces, el autor utiliza escenarios que tenemos que aceptar como reconocibles, pero poniendo el centro en situaciones argumentales que, tratadas como entidades narrativas, nos producen extrañeza: una prueba grupal para una selección laboral, un juego de rol entre un grupo de amigos, un videojuego.... además, en ningún caso las relaciones entre los personajes están definidas con nitidez ni ninguno de ellos llega a tener una personalidad clara.

El resultado es cierta fascinación al percibir que estamos siempre al borde del descubrimiento aunque finalmente creo que la conclusión es que esa mezcla de sentimientos que producen una falta de arraigo en los habitantes de nuestra sociedad, es el retrato que quería hacer López Carrasco. Pienso que para él, como ocurría en sus documentales, la realidad es una idea confusa, bamboleada por el tiempo, donde habitamos en una continua sensación de pérdida. Sí, quizás un mensaje poco abierto a la esperanza pero, en cualquier caso, tan aceptable como el de cualquiera capaz de hacerse preguntas.

Es cierto que, desde el punto de vista narrativo, el libro encalla en algún momento, pero también lo es que a cambio hay muchos otros donde nos sorprende y nos atrapa. El autor apuesta. Lo hace de forma coherente y, a mi entender, supera la exigente prueba que el mismo se pone. 

Sin duda es un creador singular, valiente e incómodo.

Público


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