USA 2024
Director.-
Steven Zaillan.
Intérpretes.-
Andrew Scott. Dakota Fanning. Johny Flynn. Pasquale Esposito. Margueritta Buy. Jonh Malkovich. Maurizio Lombardi. Franco Silvestri. Elliot Summer. Lorenzo Acquaviva. Liz Tancredi. Patrick Klein. Fisher Stevens. Louis Hoffman.
Duración.-
8 capítulos. 50'C.U.
Netflix
Tom Ripley es uno de esos personajes que trascienden la
obra/ obras de las que son parte. Para mi, representa esa perversidad con un
punto de miseria que siempre encontramos en los relatos de Patricia Highsmith y
que intentar desmentir la bondad innata del ser humano ( algo que personalmente
no comparto con su autora ). Pero en el caso de Tom se eleva su nivel de
psicopatía y su inteligencia, que poco a
poco va madurando con los años.
No es fácil hacer algo nuevo sobre un personaje icónico que
algunos hemos visto en cine con el rostro de actores tan dispares como Alain
Delon, Matt Damon, Denis Hopper o Jonh Malkovich. Un personaje que,
extrañamente, consigue generar empatía a pesar de encarnar la frialdad del mal
en su falta de respeto al resto de los humanos.
No conozco lo suficiente las novelas del ciclo para saber la
fidelidad del guion de la serie. Sí recuerdo perfectamente ese inicio, homenaje
a Los Europeos de Henry James, en el que un joven americano recibe el encargo
de viajar a Italia para convencer a un rico compatriota de que deje de darse la
buena vida gastando el dinero de sus padres y regrese a Nueva York a
organizarse una vida decente y ordenada. También, por supuesto, recuerdo las
ambiguas relaciones a tres entre ambos jóvenes y la novia del díscolo.
En la propuesta de Steven Zaillan hay importantes logros
artísticos, valorados por todas las críticas y de las que hablaré más tarde,
pero lo que a mi me parece realmente interesante es la creación del personaje
central.
Como he dicho antes, no tengo memoria clara de las novelas y
no recuerdo hasta que punto se trataba su vida previa en América. Aquí ese
prólogo tiene un valor indudable y es situarnos al personaje en su condición
social. Ripley es tan inteligente como atrevido, pero también es vulgar en
origen. De su capacidad de percepción, obtendrá una visión clara de las
diferencias ce clase y la injusticia ( personas mucho más simples que él, destinatarias
de magníficas posiciones económicas que nunca llegarán a merecer ), y de su
inteligencia, la capacidad de mimetizar y aprender rápidamente, pero no podemos
obviar que en fondo existe una ansiedad algo infantil y vacua que genera la
rabia de los desheredados. Y, al margen de su posible psicopatía, sólo desde
esa comprensión entenderos su absoluta falta de empatía.
La pieza fundamental para convertir a este Ripley en un
personaje totémico e inolvidable, es sin duda la interpretación de Andrew
Scott. Todos los actores de la serie están perfectos, pero lo que el hace es
grandioso. Capaz de transmitir con sólo su mirada y pocos gestos más una gama
de sentimientos infinita por las volubles y continuas combinaciones que se
plantean: atracción/ rechazo, ansiedad/miedo, triunfo/ desprecio….Creo que es
de las mejores creaciones que le he visto hacer a un actor en mucho tiempo.
En lo que se refiere a la trama, los dos primeros capítulos
me parecen perfectos. En el tercero tengo ciertas cuestiones de credibilidad. A
partir de ahí, se extrema la tensión colocando al protagonista en un nivel de
riesgo continuo muy bien enfoscado aunque quizás en momentos se roce algún
límite. En el último, me sobraría la referencia Caravaggio aunque tampoco es
molesta. Pero en general son muchos más sus aciertos que las pegas.
Y por último, hablemos del nivel artístico. Poco que no se haya dicho. La elección del blanco y negro es un acierto, no sólo por emparentarlo con el cine clásico, sino también porque crea una atmósfera mucho más desasosegadora. Además, cada fotograma es una obra de arte. Las diferentes ciudades italianas por las que transcurre la historia, se convierten en escenarios barrocos y expresionistas que parecen reflejar lo más oscuro y complejo del alma humana.
Además, Zaillan
acierta en una narrativa minuciosa que remite a diferentes objetos a los que
consigue dar un carácter amenazador, lo tengan o no, y sean estos desde un
cenicero a una cubitera de hielo, y además establece un entramado en forma de
malla a través de las miradas de todos los personajes que, en apariciones
menores, pululan por el relato, y con quienes crean la inquietud de sentirse
siempre observados. Como ha conseguido que empaticemos con el personaje
principal, su tensión es la nuestra.
El resultado global es magnífico, sí. Ripley está mucho más
cerca de una cuidada película de autor que de una serie de televisión y hace
honor a la perfección al material de partida. Pero sobre todo, consigue poner
en pie un personaje que podría ser el resumen de todo lo que tememos ser y de
todo lo que podríamos llegar a ser algún día.
Porque quizás el verdadero terror sea pensar que Ripley
somos todos.
Público
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