Anagrama
232 páginas
Disponible en ebook
Nos gusta pasar miedo, eso está claro. Por regla general, al ser humano le gusta que le hagan temblar, pero como ocurre con la comedia ( reír también nos gusta ) parece que el terror es necesario valorarlo siempre como un género menor artísticamente hablando. El mayor ejemplo está en la tardanza para reconocer a Stephen King como algo más que un autor popular. Debe de existir cierto complejo en reconocerle méritos a aquello que nos satisface, pero ese es otro debate que no voy a comenzar aquí.
En cualquier caso, y por esa causa, es tan importante que una escritora apoyada por una editorial de prestigio, se decante por este género de una forma transparente. Posiblemente actualizando algunos de sus planteamientos pero siempre muy cercana a los códigos clásicos.
En este caso, nos ofrece una colección de cuentos, doce, en los que transitamos desde las historias de fantasmas a la repugnancia de un terror más físico o el desconcierto ante lo inesperado.
Siempre he pensado que, lo que reconocemos como sentir miedo ante un libro o una película, no es una sensación pura. Supone lo más básico, sí, pero también inquietud, vértigo, asco, rechazo, reprobación....una mezcla de muchas cosas, y todas ellas los convoca Enríquez creando unos escenarios que remiten a un horror que parece surgir de las profundidades, de herencias mitológicas de civilizaciones extintas, y, como no, del alma oscura de unos personajes que nunca están en armonía con su entorno sino en una situación de alma atormentada desde la que parece catalizarse ese enfrentamiento ante lo desconocido.
La prosa de este libro es sorprendentemente física. Parece ser capaz de dibujar colores y texturas, de pudrirse durante la lectura. Es una facultad alquímica sorprendente de una autora que sin duda coloca este género a la altura que merece.
Para alguien, yo, que piensa que Drácula es una de las cimas de la literatura nunca suficientemente valorada, esto es una excelente noticia.
Público
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