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Hace unos años, se estrenó Gravity, una película en la que, como en esta, una astronauta, en ese caso Sandra Bullock, encerrada en su nave, ocupaba el centro de la trama. Lo que para muchos fue casi una obra maestra, a mi me entretuvo, sin más. Ahora, El Astronauta nos propone una situación similar, si bien vestida de new age y cierto toque Malik, y la crítica es casi unánime en considerarla una cinta fallida. Como ya he dicho en otras ocasiones, para mi hay veces que los caminos de la crítica son inescrutables.
Y dejemos claro que esta no me parece una gran película, pero sí una película correcta que me parece más rica que la anterior, tanto en la narrativa como en el contenido.
Vamos por partes. El protagonista es, obviamente, un astronauta. Se encuentra a años luz de la tierra tras seis meses en total soledad, mientras su mujer culmina en el planeta el embarazo del que será su primer hijo. La crisis matrimonial a la distancia, será comentada, y casi tutorizada, por un imprevisto y curioso compañero que aparecerá sorpresivamente en el interior de la nave y que llevará al piloto a enfrentarse con sus propios sentimientos y su egoísmo.
Sí. Se puede decir que El Astronauta roca muchas cosas con una cierta ingenuidad en su tratamiento, mezclando el libro de autoayuda con el cripticismo conceptual, pero ni molesta ni es la primera vez que algo así es ampliamente aplaudido en tiempos woke.
Por otro lado, me genera curiosidad el modelo narrativo de Renck que remite a esa tendencia en la ciencia ficción, nacida en 2001 Odisea del espacio y con compañeras como Solaris o más recientemente Moon, que ligan la ciencia ficción a la introspección más que a la aventura. Me siento cómodo en el nivel de misterio y me interesa.
El Astronauta en ningún caso merece el desprecio. Tal vez me hubiese gustado un mayor desarrollo de algunos puntos del pasado que no quedan claros y mayor volumen en la historia, pero me gusta mucho como está rodada y consigue sorprenderme en ocasiones.
Además, hasta ahora, yo les tenía bastante manía a las arañas y ha conseguido que incluso les coja cierto cariño. No, no me apetece conocer a ninguna, pero por lo menos prometo no pisarlas próximamente. Eso es una buena consecuencia.
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