Bradley Cooper. Carey Mulligan. Matt Bomer. Maya Ray Thurman. Sarah Silverman. Jeremy Strong. Gideon Glick. Brian Klugman
Una vida no cabe nunca en una película, ni siquiera en una larga novela. Siempre he pensado que esto hace que, para un director y/o guionista, la primera decisión al afrontar una cinta biográfica es de que va a prescindir. Visto de otra manera: en que parte de la vida del protagonista va a centrar su historia.
La decisión de Bradley Cooper es centrar su biopic de Leonard Bernstein en la compleja historia de amor que mantuvo con su esposa, la actriz Felicia Montealegre. El compositor, reconocido bisexual, nunca escondió esta circunstancia, que su mujer pareció aceptar. Estuvieron casados de forma más o menos convencional, hasta el fallecimiento de ella y tuvieron tres hijos.
A la hora de contarnos esta historia, Cooper adopta decisiones narrativas muy interesantes y muy claras. La principal, dividir la película en dos partes.
La primera, en un precioso blanco y negro, se refiere a la parte más complaciente de la historia, el encuentro, el inicio de la relación, los primeros años juntos en paralelo a los primeros éxitos importantes de Bernstein. Hay una escena que marca el tono: la primera aparición de Felicia bajándose de un autobús, envuelta en una música de película clásica. Será el tramo de las elipsis, del montaje encadenado y la puesta en escena teatral. Todo parece una ingenua cinta clásica entre el musical y el romance.
De pronto llega el color y parece que con él la realidad. No todo es tan sencillo. Ha pasado el tiempo. Posiblemente el éxito haya convertido la vida de la pareja en un estado de constantes excesos ante un público entregado en el que el compositor se haya desorientado. Pero también Felicia ha tenido que reconocerse a si misma que esa relación no era tan fácil como había creído. Y aquí llegaremos hasta el triste final, asumiendo la dificultad de entender a cualquier ser humano, y especialmente a un genio.
Sí. Cooper nos hurta mucho de su historia, en especial su parte profesional, pero también nos da mucho. Y lo hace con la consciencia de que tiene en su mano una gran película y es lo que quiere hacer. Por eso cada plano, cada minuto de la misma cuenta con una caligrafía cuidada, primorosa incluso. Visualmente es una película preciosa y llena de ideas. Además, cuenta con dos interpretaciones magníficas, impresionantes. Ver a Cooper dirigiendo a Mahler, sentir la tristeza del alma de Mulligan.
Maestro es una película que ha conseguido apasionarme en fondo y forma. No es redonda y no le hace falta. Y además, el director nos regala una banda sonora que por si sola podría ser un concierto. Bernstein era sin duda un genio, Maestro está a su altura.
Público
Comentarios