TEATRO: PONCIA de Luis Luque

 

Director.- Luis Luque

Intérprete.-

Lolita Flores

Cuenta Nuria Espert en sus memorias que, cuando Glenda Jackson le propuso que la dirigiese en La casa de Bernarda Alba, esta le matizó que, para ella, el personaje principal de esa obra era Poncia.

Es cierto que la criada es casi la narradora, el hilo conductor, quien predice lo que puede llegar a ocurrir. Y siempre que vi la pieza de Lorca ( creo que en muchas ocasiones y no todas logradas ), me atrapó su carga de rencor, su sabiduría animal, y el corazón arrugado y sangrante que ofrece un amor empapado en odio.

Luis Luque decide darle su obra, hacerla protagonista absoluta de un monólogo, y lo escribe a partir de las palabras del dramaturgo, que integra a la perfección con un lenguaje que bebe de esa poesía plástica y plagada de metáforas. 

Lo determinante es la elección del contenido. Todos nos acercamos con una expectativa, ¿ que es lo que nos van a contar o que esperamos que nos cuenten ?, ¿ lo que ocurrió después?, ¿ el origen del personaje?.... Luque decide componer el monólogo de escenas en las que, hasta casi el final, la protagonista se va relacionando con los diferentes personajes del drama: Bernarda, Adela, Pepe el Romano, la abuela, las hijas... Sólo al final, le concederá tiempo para acercarnos a su propia biografía y para concluir con un grito de libertad, en el que, como en diferentes partes de la propuesta, esa libertad mezcla la opresión de clases con la de género.

El proyecto tiene una base de leyenda teatral, y es reivindicar a Lola Flores, la Poncia que nunca fue, a pesar del empeño de Miguel Narros, haciendo a su hija protagonista. Pues bien, la actriz nos regala una interpretación carnal, física y plena. Además, Luis Luque le regala un espectáculo visualmente precioso, gracias a una escenografía evocadora compuesta por unas grandes cortinas y a una iluminación importante, pero también a muchos pequeños detalles que otorgan movimiento inteligente a este espectáculo unipersonal

Poncia es, claramente, un muy buen espectáculo a la altura de su referente. Tal vez podamos echar de menos algo de tensión narrativa, pero dentro de su estatismo, hay una hora y cuarto de belleza. 

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