550 páginas
Disponible en ebook
Hace años, cuando estudiaba en Londres, descubrí a Thomas Hardy, leyendo primero Lejos del mundanal ruido, luego Tess. Con el tiempo hubo algunas otras de sus novelas, y siempre disfruté de esas páginas densas de antigua literatura, de grandes historias. Siendo totalmente diferentes, lo emparentaba con Dickens o Collins, esos narradores ingleses a los que tanto debo.
No sé porqué decidí el otro día que me apetecía meterme de nuevo en uno de esos relatos largos, tanto por lo que siempre me han proporcionado como por la nostalgia de esas lecturas descansadas cuando las responsabilidades eran menores y el tiempo más amplio.
El alcalde de Casterbridge es una de esas obras, asumiendo su folletinesca trama, fruto de la publicación semanal para la que se escribió, pero a quien no le entretiene un buen folletín.
Además, algo que ya recordaba de este autor, contiene una descripción fantástica de la vida rural y sus paisajes.
Ha sido una semana con un poco de nostalgia, recordando la maravillosa sensación de pérdida que puede producir un libro.
Público
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