Alrededor de 500 páginas
Disponible en ebook
Seguramente alguna vez he hablado de la biblioteca de mi padre, un lugar extenso, plural y libre, en el que aprendí que vivir sólo una vida era desperdiciar el tiempo.
Recuerdo esos libros de pasta azul o granate, con páginas de un blanco amarillento y con una tipografía de máquina de escribir. De hecho no sólo los recuerdo: tengo muchos de ellos. Ahí conocí a autores que cimentaron mi amor a la literatura: Vicky Baum, Pear S. Buck, Lajos Zilahy.... luego pase a Steinbeck y a Faulkner que, como posiblemente he escrito otras veces, para mi son dioses.
Y no sé porqué, en ese listado hubo un autor John Dos Passos al que, sin que existiese ninguna razón para ello, nunca me acerque.
Mi padre ya no está, y salvas su biblioteca se ha convertido en uno de mis objetivos. Por eso de vez en cuando repaso lo que hay, y en ese hermoso ejercicio, mi memoria me trae recuerdos mezclados con las sensaciones de entonces, pero también aparecen aquellos libros a los que en su momento no dedique el tiempo suficiente.
Manhattan Transfer era uno de ellos.
Esta vez en lugar de una foto de portada, completo esta entrada con una pintura: Metrópolis de George Grosz, y lo hago porque pocas veces la lectura de un libro me ha recordado tanto un cuadro.
Todo sucede en los años veinte en Nueva York, y la historia se cuenta en forma de contrapunto a través de una galería plural de personajes. Proceden de distintas clases sociales, tienen diferentes orígenes, sin embargo, todos parecen estar en tránsito, formando parte de una ciudad que se describe como un lugar que navega entre el sueño y la pesadilla.
Dos Passos maneja a todos esos personajes con fluidez, con tal soltura que deja de importarnos si alguno se nos despista o cuales se van incorporando sin aviso. Además, sorprende su capacidad para convertir las palabras en pintura y crear una orgía de colores ocres que se extiende durante sus quinientas páginas sin una sola fisura.
Sin duda Manhattan Transfer es un libro importante y me sorprende que no tenga una presencia mayor en las listas de clásicos: es magnífico, nuevo y atrevido.
Seguiré buscando otros que me haya dejado en el camino. Está claro que también seguiré teniendo cosas que agradecer a mi padre. Él sería un gran libro.
Público
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