610 páginas
Disponible en ebook
He leído algo de Houellebecq, poco, lo conozco más como personaje. De hecho creo que he dejado a medias una de sus novelas por cierta repulsión hacia su intento de provocación. Y, esas cosas que pasan, no sé muy bien porque he terminado dedicándome a este libro que, ya para empezar, supera las seiscientas páginas.
Pues bien, creo que me va a costar contar porque esta historia, su lectura, ha sido una experiencia, profunda, importante, especialmente en lo que supone recuperar la magia de encontrar en las palabras escritas algo en que creer, algún lugar en el que perderse.
Sí, en algún sitio he leído que se define como thriller, como distopía futurista. Y sí, podría decirse que hay una línea argumental alrededor de una serie de ataques terroristas de difícil catalogación. Pero ya lo digo: si a alguien es eso lo que le atrae, que no se canse. Este no es su libro, es mucho más.
Paul, el protagonista, es un hombre ligado a las esferas políticas del poder, aunque con la suficiente distancia para poder contar con cierta libertad. Lo primero que conoceremos es su relación con Bruno, el ministro de economía aupado a un puesto más relevante en las siguientes elecciones.
Mas tarde conoceremos a su familia ante el golpe sufrido por su padre que volverá a unirlos a todos. Y a partir de ahí, deberemos de estar abiertos a la disgresión, dando protagonismo con aparente anarquía a los diferentes miembros, y haciéndolo desde el reposo y el detalle, tomándose su tiempo.
Y después, llegará Prudence, su mujer, con la que parecía estar al borde de la ruptura, para enseñarnos como poco a poco puede recuperarse una historia de amor.
Sí, esta larga historia de historias está cruzada por reflexiones políticas y apuntes sobre la sanidad pública, también sobre el futuro de Francia ( se supone que la acción tiene lugar en 2027), sobre la pervivencia de las religiones y, como ya comentamos en un principio, sobre esos ataques terroristas que incluso emparenta con el satanismo. Pero también hay mucha sabiduría, capacidad de observar la vida desde la inteligencia cotidiana y de contarnos con transparencia verdades contundentes.
Muchos dirán que lo que nos ofrece Houellebecq es un engaño, para mi ha sido una lectura tan serena como cautivadora, página a página, y que ofrece en su final una de las crónicas más bellas y tristes que he leído sobre la decadencia.
No sé si he sido capaz de transmitir lo que para mi ha sido este encuentro ni, francamente, sé porqué. No sé lo que tiene Aniquilación, esta gran novela con mucho de narrativa clásica y que me ha devuelto esa sensación, de la que he hablado tantas veces, que nació cuando en mi infancia aprendí a vivir en los libros y esas lecturas nocturnas, eternas, se convirtieron en momentos de una magia absoluta.
Pero ocurrió.
Público
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