NOVELA: FORTUNA de Hernán Diaz

 

Anagrama

440 páginas

Disponible en ebook

Con esta novela, he tenido en parte la misma situación que con las dos que leí de Joel Dicker antes de abandonarlo: son buenos artefactos, están muy bien construidos, pero la importancia de la construcción está por encima de lo narrativo.

Incluso en su promoción, se hace mención a su apariencia de puzzle, como si someter al lector al reto de encajar las piezas fuese un logro, cuando el autor, obviamente, juega siempre con ventaja.

Posiblemente Dicker sea mucho más elaborado en sus estructuras y Diaz mejor escritor, ya que, sin duda., Fortuna está muy bien escrita, pero personalmente, ninguno de los dos consigue apasionarme, sí entretenerme.

En este caso, todo se ordena en cuatro partes,. La primera, la más convencional y posiblemente la que más me ha gustado, es la trágica historia de amor de un hombre fastuosamente rico y con una capacidad casi animal de multiplicar el dinero, entre finales del siglo XIX y principios del XX, hasta poco más allá del crack bursatil de 1929. 

Repito, es para mi lo mejor de la novela. Es inteligente, original y doloroso. Está muy bien escrito y muy bien contado. Pero pronto tendré la decepción de saber que es sólo eso: una pieza, y que no va a ir más allá, que a partir de ahí todo va a ser utilitario para llegar a resolver el enigma final.

Las siguientes partes no puede decirse que tengan nada malo, aunque alguna me guste más que otras, de hecho, dibujan un fresco rico e interesante de la América de esos años y combinan perfectamente lo sentimental con una utilización de la economía como aditamento narrativo que nunca había visto con esa amplitud. Pero en si mismas no terminan de tener entidad suficiente y además, tampoco el enigma alcanza las cotas de sorpresa que justificarían las cuatrocientas páginas.

Repito; no hay nada realmente malo y sí mucho bueno, pero hay un problema esencial: estas novelas están escritas para el público, lo cual en si mismo no es malo ni mucho menos, pero no siento que pretendan tanto entretenerlo o emocionarlo como epatarle, y eso ya me gusta menos, sobre todo porque en mi caso no lo consiguen.

Como digo tantas veces, esto es sólo mi apreciación personal, quizás debáis hacerle caso a todos aquellos, muchos, a los que les ha gustado.

Público

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