CINE: LA MUJER DE TCHAIKOVSKY de Kiril Serebrennikov

 

Rusia 2022

Alyona Mikhailova. Odin Lund Biron. Oxxxymiron. Flipp Adveyed. Alexander Gorchilin. Viktor Khorinyak. Yuliya Aug

Que difícil es retratar la locura. Que complejo el equilibrio entre la coherencia narrativa y sumir al espectador en la efervescencia irracional de una mente enferma.

Cuantos fracasos nos regala el cine en los excesos que pretenden epatar y sólo saturan. Ken Rusell es para mi una referencia obligada en esos errores, importante en este caso por haber compartido también esta historia. Sin embargo, La mujer de Tchaikovsky no es uno de esos casos.

Antonina, la protagonista, es una mujer desequilibrado y obsesiva hasta la superstición. En las primeras escenas de la trama, podemos ver cálculo en su objetivo: desposarse con quien en esos tiempos de miseria es uno de los genios musicales de su país. No le importará ofrecer su matrimonio como un acuerdo económico ni mentir para ello o relegar a su hermana a la pobreza. En esos momentos lo importante es salir de la miseria aunque para ello tenga que hacer oídos sordos a todas las señales que le avisan de la futura esterilidad de su pretendido amor.

Posiblemente será el fracaso y el miedo lo que conviertan su desequilibrio inicial en locura, su lucha en humillación continua y su mente en un complejo entramado de realidades cada vez más aberrantes. A partir de ese momento, el descenso al dolor sólo podrá concluir con la pérdida absoluta.

El guion es rico en situaciones, desgranando información que poco a poco nos va adentrando en el pensamiento íntimo de esta mujer cruel y desolada, caminando hacia un surrealismo que se materializará de forma perfecta y arriesgada en la representación del final, casi una performance danzante, y en la revelación del rótulo que cierra la historia. Las elipsis y el desarrollo de la historia está tan bien urdido, que realizamos ese viaje al horror sin sobresaltos. Un viaje en el que, sin pretender convertir esta historia en universal, sí puede verse retratado el destino de muchas mujeres en esos tiempos tan necesitados de una revolución.

Además Serebrennikov ha optado por una textura, que siendo coherentemente oscura, busca y alcanza una belleza constante en las imágenes, y es desde esa belleza desde la que la pesadilla se convierte en una atractiva ceremonia, donde el mal puede producir ese vértigo que tantas veces retrata la parte más negra, solitaria y dolorida del alma humana.

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