NOVELA: CRANFORD de Elizabeth Gaskell

Alba Editorial

300 páginas

¿ Puede sentirse añoranza de algo que no se ha conocido?

Supongo que no será añoranza, pero algo muy parecido a ese sentimiento es lo que me ha provocado esta novela, que me recuerda tanto a las de Jane Austen y, en versión moderna, a las de mi admirada Anne Tyler.

Son obras  hablan de un mundo que sus autoras conocen, y lo hacen desde la inteligencia y la capacidad de observación, que traducen en una narrativa minuciosa y en un delicado sentido del humor. Además hay en ellas mucho cariño hacia sus personajes y sus vidas aparentemente pequeñas, pero que ellas convierten en tan importantes como cualquier otra.

En este caso, Crandford es un pequeño pueblecito ingles donde nuestras protagonistas, un grupo de solteronas, asumen sus pequeñas aventuras cotidianas, para mantener su aparente dignidad y los vestigios de un mundo que se termina. Todo ello en medio de cierta precariedad económica y de su incapacidad para adaptarse al nuevo orden social.

Poco a poco, vamos conociendo a multitud de personajes y sus historias, la del pobre capitán que aparece en el pueblo con sus dos hijas, el antiguo enamorado enamorado aun, la aristócrata dispuesta a romper las normas.... y con ellos entramos en sus pequeños conflictos, su estructura social y en sus cómicos miedos. 

Gaskell al parecer decidió continuar esta obra animada por Dickens y, efectivamente, en su línea argumental hay puntas de folletín en el modelo de la época, pero creo que Cranford es más moderna, por un lado utiliza recursos tan sorprendentes como por ejemplo el magnífico capítulo de la relectura de las cartas del pasado, y además, encuentro un importante subtexto:

La novela habla de un mundo que se acaba, de la resistencia. Y lo hace con una mágica alquimia, esa tan difícil que también consigue siempre Virginia Woolf y que consiste en, desde las palabras y no se como, construir sensaciones tan sólidas como un edificio y dibujar un retrato plural que engloba lo externo y lo íntimo.

Quizás de ahí la añoranza, porque todos hemos visto mundos que cambian y a los que les suceden otros, personas que con miedo se aferran y otros que descubren una ventana al futuro. A lo mejor mi primera afirmación era errónea. El caso es que, por encima de lo que puede parecer en una lectura fácil, Cranford es un clásico, una magnífica novela que además se ha escrito con oro puro: amor y ternura.

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