NOVELA: BABYSITTER de Joyce Carol Oates

 

Alfaguara

500 páginas

Disponible en ebook

Es difícil leer Babysitter sin tener la sensación de estar dentro de un hoyo, caminando sin saber muy bien hacia donde pero sí siendo conscientes de que las pareces a nuestros costados, nos aprietan y no nos ofrecen salida.

No he leído mucho de Joyce Carol Oates pero el recuerdo que tengo es su densidad y la voz del narrad acompañando el interior de sus personajes. Creo de todas maneras que en este caso, esa percepción se multiplica.

Todo comienza con un encuentro fortuito de Hannah, una mujer casada y con dos hijos, perteneciente a la aristocracia económica de Detroit, con un desconocido que responde a las iniciales de Y.K. Lo que en principio parecía simplemente una aventura, se despeñará por las laderas del dolor y el miedo. La trama se cruzará con Babysitter, un secuestrador y asesino de niños. Y, como fondo de todo ello, encontraremos una sórdida historia de abusos a menores.

Con todo esto, la autora construye una estructura férrea del relato que se va desarrollando meticulosamente y que adquiere un movimiento complejo a través de un desorden temporal interno en muchos de sus capítulos, convirtiéndolos en piezas independientes de construcción.

Prácticamente todo ocurre desde la visión de Hannah, desde el vacío de su existencia, su cansancio, su ilusión y su miedo. Sólo otro personaje llega a otorgarnos su mirada, con el objetivo de conocer el fondo real de aquello que ella sólo llegará a atisbar. El contrates de ambos mundos, juega como una especie de pátina moral que lleva el drama a otros niveles, donde aparecen la culpa y el pecado de una sociedad injusta.

La novela es tan sólida que es difícil no quedarse enganchado desde el principio. La autora utiliza los mecanismos del thriller y consigue generar tensión en cada página, así como graduar a la perfección la información con la que vamos contando. Y es en esa nebulosa donde llegamos a un final en el que se nos exige que seamos nosotros quien decidamos. No importa. Porque el camino recorrido es tan apasionante que, lo de menos, es a donde hemos llegado.              

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