Michelle Williams. Gabrielle LaBelle. Paul Dano. Judd Hirsch. Seth Rogen. Chloe East. Jeannie Berlín. David Lynch. Sam Rechner. Keeley Karnsteen
Después de contarnos muchas historias, Spielberg parece que se ha decidido a contarnos la suya. Hasta ahora, nos ha divertido, nos ha emocionado, nos ha atrapado con el regreso de la aventura. En definitiva, nos ha devuelto el cine como lugar donde soñar. Porque se puede cuestionar si es o no un gran director, pero el mérito que nadie le podrá negar es ser capaz de transmitirnos su amor por el séptimo arte.
Gracias a su última película, vamos a conocer un poco los orígenes de ese amor.
Los Fabelman comienza, como no podía ser de otra manera, con la primera vez en la que el protagonista, niño, acudió a una proyección cinematográfica, nada menos que El mayor espectáculo del mundo. Ahí comenzó el idilio.
A partir de aquí, esta historia de crecimiento, se mueve entre dos polos: la búsqueda por un joven de una familia judía con tres hermanas, para encontrar su lugar en el mundo, y su máxima influencia, el matrimonio confuso y visceral de sus padres, formado por un hombre en apariencia incapacitado para sentir, y una mujer que necesita ser muy sentida.
Sin duda, hay mucho más de generosidad que de exorcismo en esta recreación.
Lo que más me gusta es la falta de complejos del director. Spielberg la afronta desde un clasicismo con mucho de ochentero, posiblemente porque fue donde comenzó su éxito como director. Hay piezas perfectamente reconocibles en películas de entonces como algunas de las reuniones familiares o los comienzos en el instituto de Los Ángeles, hay humor, y hay muchísima ternura. La música más que nunca sirve para marcar las emociones, desde el melancólico piano a los ritmos más brillantes. Y todo concluirá con una escena que podría ser el final feliz de cualquier comedia.
Por supuesto, esto no quiere decir que el director evite las esquinas, de hecho, estas también están muy vinculadas al valor de la imagen, y en este caso, se ofrece la posibilidad de una reflexión sobre la mirada, la mirada que muestra y regala, que puede ser también, si se le presta la atención suficiente, la mirada que descubre. También es importante señalar que sentir el dolor dentro de la sonrisa es posible gracias a las dos magníficas interpretaciones de Michelle Williams y Paul Dano.
He disfrutado mucho de Los Fabelman, me parece una película encantadora, y sí, cargada de amor al cine. Es importante que la experiencia en las salas siga existiendo, aunque sea menos frecuente que antaño, y Spielberg está aquí entre otras cosas para recordarnos que es un lugar mágico y que nunca, en ningún otro sitio, viviremos tantas vidas. Bendito sea.
Público
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