Juan Minujín. Bárbara Lennie. Alfredo Castro. María Merlino. Renata Lerman. Rita Cortese. Lucas Arrua. Brian Montiel
Las películas de buen profesor enfrentado a alumnos problemáticos son casi un género. Las variaciones están en el entorno o en las razones de rebeldía, bien sea esta por padres ausentes, bien por marginalidad.
El referente para muchos es sin duda El club de los poetas muertos, pero no podemos olvidar Mentes peligrosas con Michelle Pfeiffer o La Clase de Lauren Canet.
El suplente se incorpora al catálogo y lo hace, digámoslo ya, manteniendo un nivel alto. Además no se mueve dentro de los tópicos ni busca la emoción epidérmica que en ocasiones encontramos en estas historias. La película de Lerman tiene otros objetivos.
El protagonista, sí es un profesor de literatura suplente en el instituto de un barrio marginal de Buenos Aires. Allí viven también su padre, un hombre entregado a los demás y su exmujer con la que comparte la custodia de una hija de doce años. Sus alumnos, poco motivados al estudio y sumidos en entornos de pobreza, están demasiado cerca del negocio del narcotráfico. Me gusta el guion. No hay realmente un conflicto concreto en línea recta sino que, meticulosamente, sugiere, más que mostrar, una serie de situaciones que conforman una especie de crónica moral.
Porque lo cierto es que El suplente no nos cuenta lo que ocurre en esa clase más allá de algunos retazos y de un final en el que se acerca al que cualquiera esperaría siguiendo los cánones del géneros ( y que reconozco que me gusta aunque pueda parecer fácil).
Creo que lo que realmente pretende Lerman es pintar un paisaje. Exterior, por eso se detiene tanto en mostrarnos esa parte de la ciudad, sórdida, gris y capaz de enanizar a las personas que lo habitan. Interior, con ese desconcierto en el que el protagonista intenta moverse, dentro de una inestabilidad en la que la referencia de su padre es el único asidero hasta que entienda que lo hacía grande. El paisaje, por supuesto, se extiende a quienes le rodean, y el titular es contundente: no hay futuro. Sólo no perder la esperanza y mantener la lucha hasta el final, podrá poner algo de luz, aunque se apague pronto. El resultado está más cerca del cine político que del melodrama.
Dentro de la dureza y la coherencia de la propuesta, de su realismo, disfruto mucho con su caligrafía, es sofisticada y orgánica huyendo de cualquier asomo documental. Hay mucha elaboración en la puesta en escena y el resultado es visualmente muy atractivo.
En definitiva, El suplente es una película valiosa, poco complaciente, muy buena técnicamente. Pero además, nos recuerda que nunca nos mereceremos el privilegio de aquellos que hemos tenido la suerte de nacer en entornos sanos. Que nos sirva para vivir en perfecto estado de agradecimiento.
Público
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