Director.-
Beatriz Arguello
Intérpretes.-
Julia Piera. Pablo Gómez Pando. Lucia Barrado. Paco Pozo. Ignacio Jiménez. Natalia Llorente. Jesús Hierónides. Luis Moreno. Sol Vicente
Estrena la Compañía Nacional de Teatro Clásico a una autora
del Siglo de Oro español desconocida para muchos ( yo entre ellos, Ana Caro de
Mellen, una decisión muy en consonancia con los tiempos de igualdad que
vivimos. Más allá del significado de esta elección, nos encontramos con un
texto correcto y perfectamente identificable con otros de la época en lo que se
refiere a su temática, el honor y la reparación exigida, una narración que por
lo que más me llama la atención es por lo bien urdida de la trama, así como por
el elevado número de personajes con desarrollo suficiente. Cierto que los
versos no están a la altura de los mejores trabajos de sus coetáneos y me falta
el uso más incisivo del humor, pero sí podría emparejarse a muchas de las comedias
de capa y espada que hemos visto representadas en este teatro.
Pero lo que verdaderamente convierte para mi este estreno en
acontecimiento, es la magnifica puesta en escena que nos ofrece Beatriz
Arguello, excelente actriz que en este caso se queda fuera de las tablas para
ser una excelente directora.
La trama comienza en un bosque por donde cruzarán la mayor
parte de los protagonistas: dos damas que serán asaltadas por unos bandoleros y
rescatadas por un Don Juan procedente de Córdoba, Don Fernando de Ribera, noble
español afincado en Flandes y valedor de las damas, y Leonor, una mujer
despechada que, vestida de hombre, ha venido desde España para reclamar su
venganza.
Los enredos no tienen el tinte de la comedia sino que esta
versión quiere resaltar el dramático dolor de la mujer despechada y, aunque el
humor asome algunas veces y el final se pliegue a las convenciones de la época,
hay un punto de melodrama muy actual en su dolor. Por ello, Arguello le regala
escenas donde sufre y recuerda y compone, con lo que entiendo sería la muestra
de un retrato, un dueto casi mágico, con una intensidad que eleva lo que
posiblemente sería sólo un truco para hacer avanzar la trama.
Todo el envoltorio esta cuidado al detalle. El vestuario es
magnífico, la escenografía con pocos elementos, genera una riqueza práctica plásticamente
muy atractiva y elegante. Los movimientos tienen la meticulosidad de centrarse
en el detalle. Y se crean conjuntos tan potentes como la escena de pareja antes
citada o el cuarteto nocturno. Especial mención merece los duelos a espada,
excepcionales, atrevidos. Dinámicos, pocas veces los había visto a este nivel
fuera de atracciones circenses.
Valor, agravio y mujer es para mi desde este momento, una de
las grandes propuestas que nos ha ofrecido la Compañía Nacional de teatro
Clásico. Si además contribuye a dar a conocer a una autora largo tiempo
olvidada, mejor aun. En mi caso ha supuesto el descubrimiento de una directora
a la que ya seguía como actriz. Una tarde de teatro magnífica.
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Público
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