280 páginas
Disponible en ebook.
Volver a autores a los que has leído con dedicación y
valoras, es un ejercicio sano que hago menos de lo debido, debido
fundamentalmente a la arrolladora avalancha de libros que se publican y para
los que sé que nunca tendré el tiempo suficiente. Es gracioso, cuando la
lectura es un acto de serenidad, que en mi caso tantas veces me produzca la
inquietud de li inabarcable.
Desde que disfruté de Suite Francesa, Irene Nemirowski se
convirtió en un ídolo, con sus breves novelas que dibujaban un paisaje plural y
riguroso de la Europa del periodo de entreguerras. En mayor o menos medida
todas me gustaron pero hacía tiempo que no le dedicaba atención. Con Dos
retorno a ella, y me encuentro como respuesta con una de las mejores muestras
de su literatura metódica, profunda y elegante.
Podríamos decir que en estas poco más de doscientas páginas,
la autora nos cuenta la vida de un matrimonio de clase acomodada en esos años
entre irresponsables y desconcertados en los que Francia, tras salir de una
guerra, estaba a punto de entrar en otra. Comienza con los noviazgos confusos
de la adolescencia y concluye cuando ya son sus hijos los que se preparan para
ser protagonistas. En el camino hay amantes, pequeños dramas, traiciones y
mucha tristeza.
Nemirovsky no necesita mucho para dibujar un entorno
perfecto y preciso, pero sobre todo, su interés está en lo íntimo, y una vez
más, quizás mejor que nunca, consigue penetrar en las almas con capacidad para
llegar a lo más profundo y trasladarlo con una sencilla transparencia que sólo
puede ser sabiduría.
Que difícil captar ese tiempo en el que comienza el relato,
cuando sentimos que la libertad y el hedonismo de la juventud comienza a
desvanecerse y que tenemos que entrar ya en un nuevo estadio. Que bien dibuja
la autora el miedo y la crueldad como respuesta, la desesperación y la pérdida
de referencias. La construcción avanza con solidez pero consiguiendo una
sensación de ligereza, por los primeros años del compromiso y sobre todo, las
diferencias entre el amor y el deseo, pasando por la decepción, con el otro y
con uno mismo, la agresividad y, finalmente, una amistad que puede tacharse de
conformista pero que, personalmente, considero algo mucho más profundo.
Como he dicho al principio, nos encontramos ante una de las
mejores muestras de la altura de la literatura de su autora.
El reencuentro ha merecido la pena. Sin duda. Es lo que tienen los clásicos.
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Público
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