NOVELA: EL LIBRO DE KATERINA de Auguste Corteau

 

Avizor Ediciones

195 páginas

Cada vez crecen más palabras, combinaciones artificiales y más o menos ingeniosas para definir conceptos que nunca habían necesitado ser definidos. Ligera obsesión por poder singularizar cualquier cosa. Perdón por la disgresión, me estoy refiriendo a eso que hoy ha dado por llamar pomposamente "autoficcion" y que hace ya muchos muchos años, escribieron, sin necesidad de nombre, autores como Truman Capote.

He tenido la suerte de asistir a la presentación que Avizor Ediciones hizo de este libro con la presencia del autor, y escuchar en directo el sacrificio que supuso utilizar sus propias vivencias, pero también la necesidad, porque sin duda, El libro de Katerina ha tenido para él mucho de exorcismo. 

Pero centrémonos. La historia es la de Katerina, ella misma nos la cuenta tras su suicidio ( no es spoiler, así comienza todo ). Es una mujer procedente de una familia tan confusa que su enfermedad mental parece sólo otro eslabón en la disfuncionalidad del conjunto. Una mujer que se casará con un marido que deberá de convertirse en un mártir y tendrá un hijo al que deformará mental y físicamente con un amor brutal, venenoso y desesperado.

Es difícil, lo sé, imaginar esta crónica desde la mirada de la protagonista sin pensar en un drama desgarrado, modelo tragedia griega. Sin embargo, no es lo que nos encontramos en este libro sorprendente. Katerina es una mujer, sí, enferma, pero también inteligente, lúcida, y de agudo sentido del humor. Nos cuenta su historia sin omitir una crueldad por momentos meticulosa pero empapándola de un humor esperpéntico. Esa decisión, en apariencia de la protagonista pero por supuesto del autor, es un signo de valentía y, también de sinceridad.

El libro de Katerina está escrito en un constante estado febril, y así lo he leído. Camino a trompicones por esta desesperada existencia que se asoma tantas veces al infierno, y lo que me enamora es que está pletórica de vida, desesperada, caótica, desgarrada, pero vida a fin de cuentas, mucha vida.

Hay mucho más. Pequeñas historias secundarias de amigos y parientes, viñetas de la la vida en Grecia, pero no quiero desviar mi comentario sobre lo que para mi es la esencia de este magnífico libro: el dolor es también una forma de existir, quizás no la más deseable, pero sí una forma de existir con su propio derecho y que, estoy seguro, junto con las cicatrices, dejará también en el alma mucha sabiduría y la sensación de haber sido capaz de exprimir los talentos recibidos.

Creo que tenemos que agradecer a Corteau una generosidad abierta y total, su valentía y, como no, esa prosa desordenada y de una poesía popular totalmente ajena a la pedantería. Supongo que se escribe tan bien cuando se hace desde el alma.

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