EN MEMORIA DE AGUSTÍ VILLARONGA

 

Creo que fue en el 87, que jóvenes éramos, cuando vi mi primera película "maldita" , Tras el cristal. En una España empeñada en utilizar el cine entonces para contarse a si misma, aparecía una historia que hablaba de criminales nazis y venganzas, desde una sórdida relación de dependencia no muy alejada de una narración tan icónica como Portero de noche de Liliana Cavani.

Siguieron otras películas más o menos interesantes hasta otra bofetada, El Mar, verdaderamente brutal e hipnótica. Y luego, más adelante, su obra más reconocida, la magnífica Pa Negre y mi preferida, Incierta Gloria. Villaronga se reconstruía de nuevo para regresar a nuestra historia reciente, cuando el resto salía de ahí para buscar otros caminos. Y lo hace desde un naturalismo elegante.

Se ha ido pronto. Y yo tengo la sensación de que era uno de los importantes y de los que amaba el cine, casi uno de nuestros clásicos, no un arribista. Se despidió con El vientre del mar, un inteligente experimento rodado en tiempos de pandemia. De nuevo un rara avis en nuestra cinematografía. Él podía con todo.

Gracias por todo.

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