CINE: LIVING de Oliver Hermanus

 

UK 2022

Bill Nighy. Tom Burke. Alex Sharp. Aymee Lou Wood. Zoe Boyle. Adrian Rawlins. Oliver Chris. Patsy Ferran. Michael Crochane. Richard Cunningham. Jamie Wilkes.

Mi Kurosawa siempre había sido un director de la épica, la historia del Japón y las grandes tragedias literarias ( Shakespeare, Dostoievski ). Tal vez por eso Vivir, que vi tarde, no me pareció más que una película agradable con muy clara moraleja y una escena icónica, eso sí, ese columpio en la nieve.

Tiene su merito afrontar un remake de una película que no está considerada una obra maestra. Además, cuenta con una trama exenta de cualquier efectismo: un funcionario gris e inflexible, reconsiderará su vida cuando conozca que le queda muy poco tiempo de vida.

Pues está claro que Hermanus vio algo que no preveíamos, y es que a la pequeña odisea de su protagonista, le encajaba mucho más el Londres del siglo pasado, que Tokio.

Ya en los títulos de crédito se asume una estética antigua, del cine británico de siempre ( la cinta se cerrará también con un THE END de los de "toda la vida"). A partir de ahí, Mr Williams se convierte en un británico muy muy británico, y desde el primer momento, sentimos que es un viejo conocido y que no nos va a costar nada entenderlo.

Hay también otros signos de la lucidez del director: por un lado, contar con Kazuo Ishiguro en el guion. El novelista ofrece un libreto simple y transparente, apuntando a emociones sencillas y sinceras y eludiendo conflictos que, si bien podrían generar mayor tensión dramática, destruirían la delicadeza de la atmósfera. Pero sobre todo, su mayor acierto ha sido sin duda entender que a pesar de todo lo que se aportase, la película quedaba en manos del actor que interpretase al protagonista. Elige a Bill Nighy frente a estrellas más llamativas y le paga la cámara al rostro, convirtiendo el ejercicio de observación en una aventura de pequeños gestos íntimos. Gran actuación.

Con todo esto, lo que queda es limpiar el desarrollo de la historia, conseguir que parezca fácil y ligera, hacer que sus cien minutos pasen aparentemente sin grandes momentos pero también sin que nos enteremos.

El resultado es una delicia, de emoción pura, de líneas rectas y claras, de cine de siempre. Una triste película que nos hace sonreír. El maestro Kurosawa estaría feliz. Y por supuesto, tenemos ese columpio que, bajo la nieve, nos recuerda que cualquier segundo, cualquier momento, cualquier instante, es vivir. Vivir, hasta el último suspiro.

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