Joel Edgerton. Sean Harris. Jada Alberts. Steve Mouzakis. Andreas Sobik.
El Extraño se suma a esa corriente últimamente abundante
conocida como true crime, consistente en ficcionar sucesos reales. En este
caso, no es el crimen en sí lo que nos cuenta, sino la labor llevada a cabo
ocho años después, para conseguir atrapar al culpable. Con este objetivo, se
crea un dispositivo policial centrado en promover su confianza integrándolo en
una banda de delincuentes; para ello, será necesaria la amistad entre uno de
los agentes y el sospechoso.
La película es seca, dura. De hecho en los primeros momentos
el guion me recuerda a los textos de estilizados de Mamet o a la dureza de
Cormac McCarthy. La caligrafía visual, apoyada con una magnífico uso de la
música, se mueve oscura para conseguir el objetivo de empapar todo en un nivel
de tensión que primero surge por no conocer y más adelante, precisamente por
saber lo ocurrido. La estructura, como un puzzle inteligéntemente organizado, nos va proporcionando de forma gradual la información necesario para poder acercarnos cada vez más al núcleo de la trama.
Este es el principal valor de este thriller oscuro que
podría haber sido firmado perfectamente por un buen Hitchcock. Una magnífica
definición de un monstruo y la plasmación de las consecuencias que, para cualquier
ser humano, tiene acercarse demasiado a una de esas criaturas.
La interpretación de Joel Edgerton tiene mucho que ver en
transmitirnos ese terror, lleno de matices, igual que la mirada perdida de Sean
Harris es capaz de desconcertarnos y llevarnos a rincones donde no nos gustaría
estar.
No hay sangre, no hay crueldad explícita e incluso cuando se
narra uno de los crímenes, se hace de forma breve. Lo que le interesa al
director no es eso, sino el viaje íntimo a las tinieblas. Y consigue
materializarlo en una excelente película que requiere nuestra atención aunque
quizás al final descubramos que habría sido más sano no mirar.
Público
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