Luna Pamies. Bárbara Lenie. Nieves de Medina. Phillipe Azoury. Alberto Olmo. Pascual Valero.
El Agua transcurre durante un verano en un lugar en el que ningún joven querría estar. Un lugar perdido, seco y sin futuro donde, como dice uno de los personajes "el miedo es ver siempre la misma carretera", porque posiblemente lo peor sería sentirse atrapado allí. Un lugar cualquiera en medio de ningún sitio.
La directora es capaz de captarlo con el rigor de un documental, basándose principalmente en las relaciones entre los personajes. Y a tres de ellos, abuela, madre e hija de la misma familia, les otorga una entidad casi mitológica, la de una saga de mujeres malditas que formarán parte de una leyenda ancestral, aquella emparenta ese escenario vacío con el río sucio que lo cruza y, en definitiva, con el agua.
Ana es una niña que necesita huir, y para ello entender. Su madre, Penélope, una mujer que no ha podido hacerlo pero que tiene la virtud de la remontada continua. Y la abuela, la única de las tres que es consciente de que ella sí huyo, como todas podrían hacerlo. Alrededor, un grupo de hombres que nunca conseguirán entenderlas pero que se sentirán constantemente amenazados por ellas.
El Agua es una película que desde su inicio establece un diálogo continuo con el público ya que sugiere mucho más de lo que cuenta. Nos ofrece las herramientas para crear la historia y caminar en las ausencias. Esta decisión, y el difícil equilibrio que se alcanza, consigue situar la cinta en un espacio intermedio donde el realismo parece tener una capa de fantasía, pero fusionada de tal manera que todo suena a verdad.
Me gusta lo que hay delante y me gusta lo que hay detrás. Lo que se ve y lo que no se ve. El Agua bebe de mucho cine. Referencias múltiples para una ópera prima llena de amor por este arte, por los personajes de su historia, y seguro, también por nosotros que conformamos con todos ellos esta experiencia que, en si misma, tiene tanto de mágica.
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