Michelle Yeoh. Stephanie Hsu. Jonathan Ke Quan. James Hong. Jamie Lee Curtis. Jenny Slate. Harry Shum. Tallie Medel. Andy Le. Sunita Mani. Amanda. Randy Newman
Las apariencias engañan, muchas veces. Tenía la sensación de que esta película era poco más que un divertimento, una comedia desaforada, una sátira sobre el cine de superhéroes y artes marciales. Que injusto. Me encuentro con una joya diabólica y totalmente sorprendente, un producto único tan libre como original.
Todo comienza en una lavandería china. La dueña, una mujer tan intransigente como amargada, debe de lidiar en un sólo día con la fiesta de año nuevo chino y el cumpleaños de su padre, y con un requerimiento de hacienda como consecuencia de sus partidas de gasto. Además, las relaciones con su única hija no están en el mejor momento, máxime cuando esta pretende que su familia, totalmente tradicional, sepa que su mejor amiga es realmente su novia.
De todos modos hay algo para lo que nuestra protagonista no está preparada, y es para aceptar que su vida es sólo una de sus múltiples versiones en un metaverso donde cada elección posible genera existencias alternativas. Todavía es más difícil comprometerse a salvar ese universo en peligro de caer en el caos más absoluto.
A partir de ese momento, la película se convierte en una enloquecida montaña rusa plagada de situaciones de lo más variado, llena de humor y muy inteligente en sus giros y soluciones. La escritura es tan frenética que no se detiene en explicaciones pero no hace falta, es suficiente entender las principales coordenadas de la narración para poder disfrutarla sin tiempo para el descanso. Es cine de acción en una de sus vertientes y cumple al cien por cien con el objetivo de ayudarnos a descargar adrenalina.
Visualmente es fantástica, llena de hallazgos geniales que están a la altura del disparatado desarrollo argumental, es una producción feroz, festiva y atrevida. Pero además, existe un subtexto lleno de ternura que nos habla de la importancia de las elecciones que hacemos en nuestra vida, de la imposibilidad de que ninguna sea completa y la necesidad de aceptarlas, del amor como eterna tabla de salvación, de los demás como compañeros de viaje. De la vida en presente y la obligación de vivirla con plenitud. Todo ello plasmado en una colección inmensa de apuntes que basculan alrededor de la historia principal y que convierten a nuestra protagonista en cantante, cocinera, mujer anuncio, estrella de éxito ( que buenas esas escenas que recuerdan al cine de Wong Kar Wai ) y, sí, .... piedra.
Todo a la vez... es una locura, pero una locura cuerda, un festín cinematográfico que nunca se despeña, porque es capaz de mantener un extraño y dificilísimo equilibrio. Si la considero una obra maestra es porque la analizo como la experiencia que proporciona si estamos dispuesto a entrar en su universo, y en ese sentido el acierto es pleno e inmenso el placer que nos regala.
Como decía al principio, en ocasiones las apariencias engañan. Y si no, que se lo digan a Evelyn.
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