Comisario.- Amaya Alzaga Ruiz
Lo francés ha sido durante mucho tiempo sinónimo de estilo, de estética refinada, de buen gusto. Como todas las generalidades, sería algo a debatir, pero esta exposición coqueta y delicada, nos lleva a los orígenes de esta afirmación, cuando Francia se convirtió en un referente artístico en Europa.
Lo que nos cuenta, de una forma muy clara y muy ordenada, algo que siempre se agradece, es como poco a poco, y a veces en contra de la situación política, esas líneas estéticas se iban introduciendo en la sociedad española. Como se iba imponiendo la técnica del retrato y su significado como referente de categoría. Como se iban incorporando diferentes objetos cotidianos a la vida de las clases aristocráticas. En definitiva, como se absorbía en nuestro país esa influencia, en pintura, en escultura, en artes decorativas.
Pero también nos muestra al final, la visión que muchos de esos artistas foráneos tuvieron de nuestro país. Alejada del folclorismo incluso al retratar la parte más tópica, e incluso incorporando la dureza de la realidad.
En definitiva, la Fundación Mapfre nos regala un recorrido rico y variado que cuenta una vertiente del desarrollo artístico en nuestro país a través de una de sus importantes influencias.
Muy muy disfrutable.
Público
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