Maya Vanderbeque. Simon Caudry. Karim Leklou. Laura Verlinden. Laurent Capelluto
Nora, la protagonista, comienza esta película teniendo que enfrentarse a un nuevo entorno que aterra. Posiblemente no sea una persona con grandes habilidades sociales pero sí con una destacada personalidad. Espera que su hermano se su apoyo en esta andadura. Sin embargo, poco a poco, y mientras ella es capaz de integrarse, él se convertirá en la víctima de un grupo más poderoso, hasta que entienda que la violencia es una de las formas de salir del círculo.
Esta historia podría ser un thriller negro, un drama de tintes oscuros.... y lo es. Lo que lo hace especial ( y más terrible ) es que Nora y su hermano son niños y gran parte de la acción se desarrolla en el patio del colegio.
Con una minuciosidad cruel, Wandell construye lo que en esos momentos es el mundo para esos críos y, posiblemente, lo que más influya en lo que será su futuro. Percibimos con tiralíneas la fragilidad de las relaciones construidas sobre la necesidad y las jerarquías, la traslación sin filtro de los juicios de otros ( sobre los parados, el racismo... ), y sobre todo, la película es un tratado contundente sobre el estatuto de la víctima, ese rol tan doliente como venenoso que, cuando se asume con la comodidad de no tener que luchar, nos transforma, nos deforma y nos puede llevar a lo peor de nosotros mismos.
Un pequeño mundo es rigurosa en su perspectiva, la del desconcierto y la tristeza de Nora que nunca se pierde por caminos más fáciles. Es perfecta en la narración y sobre todo, huye de los efectismos que no necesita dejando la crueldad la mayoría de las veces en meros apuntes. Sólo le hace falta poco más de una hora para ponernos alerta. Porque es sin duda una gran película pero, sobre todo, es una película importante, necesaria. A veces, como en este caso, el cine abre los ojos. No, no son cosas de niños.
Público
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